Por: Alberto Bejarano Ávila
La juzgue decimonónica y loca por aquello del
separatismo e independentismo. La nota del diario local, luego de exaltar
virtudes históricas y naturales, señalaba que el Barrio Especial de El Salado “se
quiere independizar; no quiere ser parte más de la Capital Musical y (que) cada
vez con más fuerza se escucha su grito separatista e independentista”. Al leer
con juicio lo reseñado debí recular de mi primer juicio, pues crear el municipio
48 del Tolima, con El Salado como cabecera y anexando áreas al norte del
Chipalo y poblados tradicionales como San Bernardo, La Flor y San Juan de la
China, puede ser el suceso que frene la desenfrenada pauperización del
nororiente de la ciudad musical y permita dar orden al desorden del crecimiento
urbano. Veamos unas razones:
El ubicuo Plan de Ordenamiento Territorial POT excluye el
90% del área municipal. Insisto, el POT es urbano y relega a la sociedad rural,
le falta filosofía e imaginarios de hábitat humanista y moderno, no armoniza
con los POT de municipios vecinos, no ve oportunidades en los planes de desarrollo
de 46 municipios y del Departamento, es decir, ignorando que aquí reside cerca
del 50% de los tolimenses, el plan no se sujeta a una visión del gran
territorio. Dicen por ahí que un paisano con beodez cosmopolita, divulga la
“genial idea” de un millón de habitantes para Ibagué. Ojalá ello sea falso,
pues solo un loquito puede imaginar una región macrocéfala, negar el equilibrio
espacial y animar el éxodo de 500 mil colombianos hacia Ibagué o que casi todo
el Tolima llegue a malvivir en 100 km2, sin vías, ni industria, ni empleo, ni movilidad,
ni cultura de convivencia y con escasos y deficientes servicios públicos. Así
imagino las secuelas: los males actuales multiplicados por diez.
El espacio urbano crece sin racionalidad ni control,
barrios que más bien parecen guetos se levantan en una periferia inflable que podría
estallar socialmente. Miles de personas cada vez más alejadas de todo, marginadas,
excluidas, con servicios básicos malos, con limitación de movilidad y, en
contraste y sin que los “lideres” lo adviertan, decenas de barrios tradicionales
con millones de metros construibles. Ibagué y excusen la acritud, visto a tres
mil pies de altura parece cabeza de tiñoso o urbe bombardeada. Además de calles
destrozadas, se ven lotes y casa lotes cuya área total excede el área ocupada
por inmuebles modernos y dignos y, para Ripley, por ese mapa cuasi urbano y ralo
pasan redes de gas, telefonía, energía, acueducto, alcantarillas, rutas recolectoras
de basura. Podría alguien negar que los “lideres” en vez de optimizar y
embellecer el urbanismo y su equipamiento, por décadas y fabulando progreso se
dan mañas para agigantar espacios de caos, desazón y fragmentación social. Mi
bella Ibagué, que fea desaliñada y abandonada estás.
¿Por qué la llamada vivienda de interés social no está
en barrios centrales y en edificios de varios pisos? ¿Por qué construir
infraestructura en extramuros y no optimizar la existente? ¿Por qué alejar y
confinar en guetos al vecino pobre? ¿Por qué en vez de fragmentación no se
prohíja la cohesión social? ¿Por qué la torpeza para idear la ciudad amable
para todos? ¿Por qué no revisar en serio el anacrónico modelo de trasporte
público y proyectar un tranvía longitudinal? ¿Por qué no acordar con 46 municipios
tareas puntuales para humanizar el hábitat en los 22 mil km2 del Tolima? ¿Por
qué dividir la sociedad en categorías odiosas? ¡Qué vaina carajo, quién
responderá!
Ahora que Vitoria-Gasteiz, capital verde europea 2012,
será ciudad hermana de Ibagué, el dirigente que busca referentes correctos (?) debería
asomarse por allí. Asimismo debería entender qué no es tan loca ni decimonónica
la idea de crear el municipio 48 del Tolima, pues el viejo Salado convertido en
municipio nuevo daría ejemplo de humanismo, visión, imaginación y buena
gestión.