PERIÓDICO EL PÚBLICO

Ibagué, julio 20 de 2014

Señores
DIRECTIVOS
POLO DEMOCRÁTICO ALTERNATIVO PDA
Carrera 17A No. 37-27
Bogotá, Colombia.

Respetados dirigentes

La decepción del legado frentenacionalista que inundó a Colombia de politiquería, corrupción y torpeza, el temor a caer en levedad política y verme cual sofista trivial arguyendo lugares comunes sobre el cambio en todo evento electoral y la creencia de que sumándome a un colectivo pluralista y coherente ayudaría a construir una nueva sociedad, fueron razones que indujeron mi ingreso al PDA, razones fallidas, pues hoy, transcurrida más de una década de afiliado, a nada relevante he podido ayudar, el país es más desigual, excluyente y caótico, la venalidad crece y el desempeño del Polo, a mi juicio, se revela fragmentador, voluble, débil y carente de sintonía con el alma nacional, como se evidenció el pasado 25 de mayo al alcanzar tan solo el 5.9% del potencial electoral.

Es sabido que los beneficios de la modernidad y la prosperidad le son negados a la gran mayoría de colombianos y sabido también que el paradigma capitalista, en ilógica contradicción, ahonda su raíz en la conciencia popular, paradoja absurda que, debería saberse, resulta posible no tanto por el efecto alienante de las matrices de pensamiento neoliberal como por extravío y vacilación de las fuerzas políticas alternativas que jamás forjaron ni concienciaron referentes sustentables de otros modelos posibles de sociedad, de visión estratégica, de unidad y de cultura política discordante con el electoralismo per se, la ortodoxia anacrónica, el dogmatismo y la intolerancia.


Fácil sería renunciar al Polo y argüir sandeces para adherir a otro feudo electorero o a la mayoría apática, pero no, esa seria actuación propia del inconsecuente y de quien recela de la disposición de autocritica y cambio de la colectividad que adoptó la citica y el cambio como guías cardinales y, por ello, mejor opto por expresar y dejar al buen juicio de sus directivos y militantes orgánicos dos ideas que resumen mi opinión y respetuosa aspiración de lo que debe ser el PDA como colectivo político moderno, dinámico, presencial, con elevado sentido histórico y visión estratégica y, por ende, un partido capaz de liderar la construcción de nuevas realidades sociales en Colombia:
Convertir al PDA en partido político ideado para un país de regiones. Esta conversión implica un replanteamiento estructural de la organización de cúpula hoy existente para dar lugar a 32 colectividades políticas jurídica y administrativamente autónomas, una por departamento, (ej. “Polo Tolima”). Estos colectivos regionales por expreso mandato estatutario estarán adscritos a la gran confederación política “Polo Democrático Alternativo Colombiano”.
La nueva estructura político-alternativa originaría sucesos revolucionarios, estos entre otros: suscitar lecturas de la complejidad y diversidad de cada realidad local y regional; inducir el pensamiento autonómico en las comunidades; afirmar el nacionalismo desde la regionalidad y no desde el centro; idear proyectos políticos, visión estratégica y planes para cada territorio de la geopolítica Colombiana; afirmar la vocación de poder local y regional como ruta para lograr poder nacional; instar unidad, coherencia y disciplina en torno a visiones estratégicas y proyectos políticos concretos; mejorar la calidad del desempeño de los dirigentes; honrar el interés comunitario y proscribir las canonjías personalistas o grupistas; orientar, empoderar y definir responsabilidades y tareas para líderes y militantes regionales y nacionales.

Asimismo una organización confederada aleja la tentación del politiqueo de izquierda ya que la acción democrática se basa en proyectos políticos pertinentes, participativos y juzgables más que en inefables idearios y cacicazgos de izquierda que paralizan el anhelo de cambio.
Afirmar en el acervo cultural de toda la organización y en el estatuto de cada unidad regional y de la confederación reglas expresas, explicitas y sin lugar a ambigüedad interpretativa sobre la obediencia debida a principios y acciones que regirán toda actuación cotidiana, estos entre ellos: absoluto respeto a la pluralidad ideológica o diversidad de pensamiento; incondicional e inalterable voluntad de acoger a todo colectivo demócrata y progresista del país; inequívoca apertura al análisis concluyente y decisorio sobre cada realidad regional y local; obligación de orientar pautas y métodos para formular el proyecto político específico de cada región: deber de compilar continuada y sistemáticamente los diversos proyectos políticos regionales para compendiar y asegurar larga vigencia al universo de imaginarios de los colombianos y para establecer el plan confederado permanente para el corto, mediano y largo plazo.  

Del mismo modo asumir como compromisos ineludibles los siguientes: rechazar toda posición dogmática y electorera; garantizar un legitimo ejercicio democrático interno; conseguir que el partido se muestre analítico, amigable y abierto y no soberbio, antipático y cerrado frente al ciudadano colombiano; instituir canales abiertos que motiven activa y proactiva participación de la juventud; usar en todo evento de la dinámica organizacional y en momentos de toma de decisiones el método interactivo y cohesionador de “conversar, convenir y confluir”.
El buen desempeño de un partido político respetuoso de las diversidades, próximo a su militancia y consecuente con lo acordado en democracia, así ha de creerse, supone continua reinvención y disposición de cambio. Si esta inferencia lógica no fuese de buen recibo entonces tendríamos que admitir que en Colombia el cambio social jamás será posible porque no es honestamente deseado y que teorizaciones, denuncias, sesudos debates, votos y protestas serán infructuosos y perennes actos de inercia política en razón a que no quisimos entender o coincidir en que la nueva sociedad colombiana sólo se construye transformando las realidades locales y regionales.
Atentamente
ALBERTO BEJARANO ÁVILA