Por: AGUSTIN
ANGARITA LEZAMA
Por estos días y
por todos los medios se habla de paz. Es el tema de conversación en muchos
espacios de la vida local y nacional. Es un tema válido y legítimo. Pero la paz
no es un tema exclusivo de gobierno y actores armados. Tampoco sólo de las
víctimas. La paz requiere el aporte individual y colectivo de muchos. Para
atemperar la paz cada uno de nosotros debe hacer evidente la violencia que está
presente en cada uno de los momentos de nuestras vidas.
Hay violencia en la
imprudencia del que maneja moto y quiere adelantar vehículos sin respetar
normas, en contravía, por los andenes, o viajar a velocidades no permitidas.
Hay violencia en los conductores de vehículos que piensan que la vía es un
campo de combate o de carreras. Hay violencia en el conductor que cuando el
semáforo se pone en amarillo, en lugar de frenar, acelera poniendo en peligro
las vidas propia y ajena. Hay violencia en la autoridad de tránsito que no hace
difusión de sus normas ni exige su conocimiento a los ciudadanos…
A propósito de lo
dicho, en el código nacional de tránsito se estableció como obligación en la
educación preescolar, básica y media impartir cursos de tránsito y seguridad
vial. El Ministerio de Educación, en consonancia con esta ley, a través de la
directiva ministerial No 13 del 2003, estableció una serie de consideraciones,
acciones y alternativas pedagógicas en materia de educación y seguridad vial,
haciendo énfasis en que esta temática debía ser trabajada con pedagogías
activas dentro y fuera del aula de clases. También estableció como temas
obligatorios para las Instituciones educativas la formación en la educación
para la justicia, la paz, la democracia, la solidaridad, la confraternidad, el
cooperativismo y, en general, la formación de los valores humanos. ¿Creen
ustedes que esto se está cumpliendo a cabalidad en Ibagué?
El código del menor
busca proteger a niños, niñas y adolescentes de los abusos de autoridad, entre
otros, con los que los adultos los atropellan. Sin embargo, que no deban molerlos
a palos, ni colgarlos de las vigas ni quemarles las manos cuando se hurtan
algún mendrugo o chuchería, no quiere decir que se les deje crecer sin ningún
tipo de corrección. Es violencia contra ellos dejarlos crecer sin tutela, guía
ni protección. No asumir responsabilidades y actuar sin carácter son otras
formas de violencia, que si bien no dejan rastros de sangre, si dañan y
perjudican a mucha gente.
Para construir paz
se necesita hacer evidentes múltiples formas de violencia que permanecen
ocultas, que pensamos que es natural que así se obre, y tratar de eliminarlas
de la vida diaria. La primera condición es que cada uno se convenza. El cambio empieza
por el individuo. Por la reflexión permanente sobre el tema. Con la autocrítica
abierta y sincera. El cambio social hacia la paz se podrá hacer realidad en la medida
que los individuos cambien. A la par de exigir la paz en La Habana, hay que
trabajar por evitar la violencia en el hogar, en el trabajo, en medios de comunicación, en la
sociedad…