PERIÓDICO EL PÚBLICO
Por Luis Eduardo Chamorro Rodríguez
El Instituto Colombiano de Normas Técnicas y Certificación, ICONTEC, contratado por el Ministerio de Educación y su programa de Modernización de las Secretarías de Educación, en la semana inmediatamente anterior comunicó el otorgamiento de la certificación de la “gestión de calidad del servicio educativo”, a la Secretaría de Educación Municipal de Ibagué.

Es un logro que involucra al alcalde Luis H. Rodríguez, al Secretario de Educación Diego Fernando Guzmán García, al secretario inmediatamente anterior, Enrique Váquiro Capera y a la Directora de Calidad Amparo Betancourt Roa, principalmente.
Por: Alberto Bejarano Avila
Inapelables son los sondeos de opinión que develan la imagen del gobernante frente a la opinión y predecible el gozo o rechazo de este frente al resultado. Para Ibagué no es bueno que su mandatario lleve el farolito en este ranking maniqueo, pues el sondeo, más que calificar al Alcalde, tácitamente revela una común percepción de la realidad y, de algún modo, el nivel de autoestima colectiva. Ibagué va mal, es verdad, pero toda la culpa no es del señor Alcalde y sí de “cochadas” de dirigentes que nunca estuvieron a la altura del deber y por ello digo, con respeto y en contravía a lugares comunes esgrimidos como defensa, que el Alcalde inmolado por el tal sondeo y todos nosotros, cambiando paradigmas de mérito y gestión pública, podríamos concitar la autocrítica y el debate para destapar las causas del atraso y la inercia. Sugiero un nuevo marco paradigmático:
No ejecutar actos de gobierno para ganar imagen. Hemos de saber que la imagen personal como objetivo prioritario es yerro narcisista y patético propio de culturas políticas decadentes y de círculos de poder afectados de megalomanía. Reconocimiento digno y a veces histórico se otorga a aquellos que sin calcular eventos de prestigio o impopularidad demuestran real compromiso social y cumplen recta y sagradamente sus deberes. La imagen del funcionario público o del líder jamás debe ser un fin maquinado, debe ser libre y merecida gracia popular por un deber bien cumplido.

Prohijar sin miedo el debate público sobre asuntos de interés común y prestar oído fino a críticas justas y consejos generosos y bien intencionados que sólo puede provenir de personas con carácter e independencia. Elogios e insinuaciones en cuchicheo son mañas de áulicos y palaciegos y suelen entrañar segundas e mezquinas intenciones que perjudican al mandatario y la sociedad.  
Entender que hechos normales de gobierno no tienen que merecer distinción excepcional. Así como una persona no merece Cruz de Boyacá o medalla al ciudadano emérito por lavar loza, barrer o sacar al perro, un alcalde no merece encomio especial por tapar huecos, otorgar becas, pintar escuelas o cualquier labor con cargo a un rubro del presupuesto público. Todos esperamos que un sujeto común o un alcalde normal hagan lo mínimo que deben hacer y solo quien coadyuva a cambiar el curso de la historia, ésta, tal vez, le otorgue sitio especial. Quien tiene iniciativa, es prospectivo, inclusivo, lidera, indica caminos, oye, convoca, cohesiona, acuerda, protege (y no es rosquero) él, sin buscarlo, sin duda recibirá reconocimiento de excepción. Esta es la cuestión.
Saber que el ciudadano, así deba ser testigo impotente de cuanto sucede, no es memo y sabe bien quienes protegen o enajenan el patrimonio público. La sabiduría popular es cierta así la cultura política sea débil y es por ello, y por ética, que gobernantes y dirigentes no deberían hacer cálculos estratégicos sobre debilidades comunitarias y sí sobre sus fortalezas y potencialidades. El respeto a las persona diferencia al legítimo líder del anacrónico manipulador y al buen político del politiquero. Sobre cultura cívico-política nuestras universidades, UNIBAGUÉ y UT, podrían investigar y aportar propuestas orientadas a calificar el desempeño participativo de los ibaguereños.

Creer que sólo un equipo idóneo puede imaginar, crear, confiar, proyectar y liderar tareas complejas y sistémicas que rebasan el límite de competencia del tecnócrata. El Tolima, en todo campo, tiene personas capaces para organizar equipos eficientes, razón por la cual mandatarios y dirigentes no tienen excusa para argüir imposibilidades. Como “anillo al dedo” les caería este fallo de Newton: “Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes“.
Carlos Orlando Pardo
A muchos tolimenses no se los traga la selva como al personaje de la Vorágine de José Eustasio Rivera sino el mundo. Un día levantan anclas bajo la ilusión de un mejor futuro, quedándose no pocos hundidos en el anonimato y entre el rigor angustioso de la supervivencia. Otros, por el contrario, iluminados por su talento, cierta porción de suerte y una disciplina demencial, llegan a convertirse en estrellas dentro de un mundo competido. Son generalmente jóvenes que echaron un día en su morral de viaje las quimeras y hoy brillan en el panorama del planeta. Serían muchos los casos para comentar, pero voy a referirme particularmente a un escritor y a una cantante lírica, por cuyas acciones en su oficio ciñen una corona prestigiosa en lo internacional. Ambos nacieron en Ibagué y el uno terminó convirtiéndose en una figura literaria y la otra en una celebridad en Estados Unidos y Europa. James Cañón es el nombre del autor de La aldea de las viudas, novela que ha sido premiada en Norteamérica, Francia e Italia y Patricia Caicedo la intérprete de música latinoamericana que ahora reside en Barcelona dirigiendo el más importante festival de música en el viejo continente. Cañón, hijo menor del popular JC, un dinámico comerciante que además de almacenes fundó el estadero campestre Mi botecito, se fue a estudiar inglés a Nueva York y terminó en un taller literario para plasmar al final su oficio en la obra galardonada. Inclusive, en los prestigiosos y legendarios estudios de Hollywood, se rodó una película con actores consagrados que en una comedia se presentó hacia mediados del  año pasado. En la novela está la historia de la violencia en aquellos lugares donde los hombres desaparecen asesinados o secuestrados por la guerrilla y las mujeres quedan al amparo de su propia suerte. Aquí, sin embargo, la derrota no cubre su destino sino que ellas montan su propio gobierno como en el tiempo de las amazonas. Al regreso de los pocos supervivientes, encuentran otro gobierno y una autonomía que les será difícil destruir. Un drama de nuestro tiempo e inclusive de la misma llamada violencia colombiana de mitad del siglo pasado,  tiene en sus páginas el testimonio que curiosamente se vuelve comedia bajo la mirada de los productores gringos. Patricia, cuya voz se escucha en importantes escenarios europeos o en universidades de Estados Unidos donde ha dictado clases, está incluida en el libro Quién es quién en América junto a importantes personalidades mundiales. En Barcelona fundó y dirige el festival de música desde 1993 dedicado a la canción artística. Se trata de una soprano que pasea airosa por escenarios de Italia y España, de Dinamarca y Holanda, entre otros países, con la aceptación delirante de la crítica especializada. Son varios sus CDs, grabados inclusive con la Banda Sinfónica de Bogotá, y cómo no, por la Sinfónica del Tolima haciendo honor a su patria chica. La música de cámara y sus recitales también por América Latina, van paralelos a la difusión de su libro La canción artística de América Latina: antología crítica y guía interpretativa para cantantes, publicado en España. En nuestro conservatorio estudió solfeo y piano desde sus primeros tiempos, pero fue en 1992, tras finalizar su carrera de medicina, que tomó el camino del mundo. Ahí está la muestra de su profesora de canto, la maravillosa Rocío Ríos, formadora de juventudes e igualmente intérprete de casta. Los dos tolimenses, ibaguereños, como ya se ha dicho, son orgullo de la raza pijao.
AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Fue noticia destacada en las redes sociales el hecho reciente de un joven filipino quien se ha practicado 16 intervenciones quirúrgicas para cambiar su rostro y parecerse a Superman, el personaje de las películas. Esta persona quiere salir por las calles vestido de superhéroe y ser reconocido por prestar algún servicio.
Este caso es modelo de lo que hoy sucede en el mundo. Las personas consideran que su apariencia es lo más importante. Por eso las dietas para bajar de peso se venden como pan caliente y todo lo que tenga que ver con el cuidado del cuerpo. Además, de todo tipo de productos de belleza, para desaparecer arrugas, reducir barriga, tonificar glúteos o senos, para disimular canas y el paso del tiempo, etc. La ropa sigue la misma línea y ofrecen pantalones para dama que levantan la cola o calzoncillos que hacer ver prominentes las partes íntimas masculinas. Igual con los sostenes, fajas o extensiones, tinturas para el pelo o sustancias vigorizantes.
AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Que difícil se convierte para el ciudadano común y corriente aceptar una crítica. Para él o ella toda crítica tiene el ácido que corroe y debe rechazarse de plano. No hay que darse espacio para reparar las posibilidades de verdad en esa crítica. Lo importante es alistar la disculpa, la excusa o la repostada. Una opción es echarle la culpa a otro. Hay que quedar bien a toda costa. Otra posibilidad es ponerse energúmeno, zapatear y hacer escena, para tratar que el ofuscamiento disipe la crítica.
Por: Santiago Castro Agudelo
Hace unos días en una reunión con amigos noté una gran preocupación por la situación actual del Departamento del Tolima. Alegan varios que hay un retroceso en temas de infraestructura, calidad de la educación, cobertura en salud, entre otros. Sin embargo, en las consideraciones finales varios indicaban que lo mejor era que sus hijos se radicaran en Bogotá una vez salieran del colegio, debido a que en el Tolima las oportunidades eran limitadas o inexistentes. Para nadie es un misterio que enfrentamos un problema grave de desempleo, acceso al crédito, oportunidades reales de comercialización a nivel nacional e internacional, además de un gobierno departamental sin norte y unos gobiernos municipales con recursos limitados y que terminan por quedar prisioneros de posibles investigaciones de la Procuraduría, las contralorías y demás “ías”.

No obstante, asumir que debido a la situación actual lo que habría que promover es que las nuevas generaciones de tolimenses se radiquen en otro lugar, usualmente Bogotá, es negar la posibilidad de un futuro mejor para el departamento y la región. En contravía de mis contertulios, considero que lo más importante es lograr que el Tolima sea atractivo para quienes se han visto obligados a buscar oportunidades en otras partes. Hace décadas la Violencia obligó a muchos a dejar sus tierras y hoy sus hijos y nietos no vislumbran la posibilidad de regresar al Tolima. En años recientes fue una clase política cerrada la que impidió que nuevas ideas, nuevas personas, nuevos movimientos ciudadanos surgieran ¿Se nos olvida que en la pasada campaña una de las críticas más fuertes contra un candidato a la alcaldía de Ibagué es que no había nacido aquí? Pocas veces había escuchado un argumento tan estúpido, no hay otra palabra.