DEPENDENCIA Y AUTONOMIA PARA LA CONVIVENCIA
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Según estudios la tierra se formó hace cinco mil millones de años. También, que hace cuatro mil quinientos millones de años emergió la vida en la tierra. Mucho más cerca de nuestros días, hace sólo unos cinco millones de años, aparecieron unos seres que se diferenciaron de los primates y tomaron una posición completamente erecta y desplazamiento bípedo, eran los homínidos, un intermedio entre los grandes simios y los humanos actuales. Los homínidos pasaron por diferentes transformaciones y, al parecer, hace millón y medio de años, se expandieron por lo que hoy se conoce como Europa, África y Asia. Hace escasos doscientos mil años aparecieron los humanos. Somos muy recientes en este planeta.
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Todos los seres vivos están constituidos por células. Todas las células poseen una membrana que los diferencia del medio exterior. Esa membrana separa a ese ser vivo de su ambiente pero no lo aísla. No lo aísla porque esa célula necesita del medio para sobrevivir. De él toma lo que necesita y vive en permanente intercambio de materia, energía e información. Es decir, la célula depende del medio en que vive para mantenerse viva. Con el tiempo las células se unieron y conformaron seres multicelulares: animales, árboles, plantas, primates, homínidos…
Uno de los aspectos que consideran clave en la transformación de los homínidos en humanos, es la cultura. Los humanos, como cualquier ser vivo, son dependientes. Pero los seres humanos no son todos iguales, existen en una variedad increíble, por lo tanto han construido con el discurrir del tiempo sus propias costumbres, hábitos y normas de conducta, es decir su autonomía. En su interdependencia y autonomía con otros seres vivos y no vivos, surgió la cultura, el lenguaje, la solidaridad, la sociedad… Los estudios sobre la vida y su evolución nos enseñan la importancia de la interdependencia para los seres vivos. La vida como tal de los humanos se da en el lenguaje, en la cultura, en sociedad. Pero no siempre la cultura recoge lo que ha aprendido y enseñado la biología.
Nuestra sociedad y nuestra cultura nos enseñan que somos seres independientes, que nuestra relación con los otros es una relación mediada por intereses. Nos enseñan a entender la solidaridad como un acto de caridad, donde el que algo tiene da a los que nada tienen, casi siempre mediado por el deseo terrenal o celestial de gratificación. Desde la biología se aprende que como seres dependientes necesitamos de los otros y que cualquier acto que afecte al otro, nos daña, nos lastima. En contraste, desde la cultura patriarcal en la que crecimos, aprendemos que la naturaleza es algo que existe fuera de nosotros, que es independiente de nosotros y que es algo para dominar, para controlar y poner a nuestro servicio. Son dos maneras muy distintas de relacionarnos entre nosotros y con la naturaleza.
Si un individuo siente y entiende que es dependiente y autónomo, y que por su interdependencia convive con otros humanos que también se sienten y son autónomos, la manera de convivir es en el respeto. Viviendo en el autorrespeto y el respeto por el otro y la otra, por los otros seres vivos no humanos, por los seres no vivos, y construyendo día a día nuestra autonomía y respetando la de los otros, construimos caminos para la paz, la convivencia en el respeto y la solidaridad.