AGUA Y POLITIQUERÍA
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Dolor de cabeza diario en la ciudad son los
cortes frecuentes de agua. Muchos son los ciudadanos que se expresan con insultos
por la falta del líquido. Esto lo aprovechan algunos políticos para echarle
leña a una hoguera encendida buscando ganar votos. El asunto es que le sacan
provecho al desconocimiento de la gente sobre el problema del agua en Ibagué.
Veamos algunos datos oficiales. La ciudad
tiene 370 kilómetros de vías de las cuales 315 están en mal estado. Recuperar
toda la malla vial requiere de una inversión que se ha calculado de manera
conservadora en 600 mil millones de pesos. Un costo que supera con holgura los
400.000 millones que representan todo el presupuesto anual del municipio. En la
actualidad solo se cuenta con 3 mil millones para atender los daños de las
vías. La cosa se complica cuando se sabe que el 70 por ciento de las redes de
alcantarillado y casi el 60 por ciento de las redes de acueducto están en mal
estado. En otras palabras, casi la mitad del agua que debía llegar a las casas
se está perdiendo por fugas en las redes de alcantarillado y esa pérdida de
líquido subterráneo, junto con las fugas de las aguas negras del alcantarillado
destruye las vías. Las aguas que se tratan, que se pierden y no se contabilizan
son más del 40%.
Según cifras del IBAL, en 1978 el caudal
del río Combeima era alrededor de 9.800 litros por segundo (LPS). En el 2010,
ese caudal se había reducido dramáticamente a solo 2.800 LPS. La tala y el
deterioro ambiental han venido trabajando de manera silenciosa, pero sin pausa,
para reducir la oferta de agua para la ciudad. Este daño se puede medir con las
siguientes cifras. La bocatoma del acueducto no debe captar agua con niveles
por encima de 10.000 unidades de turbiedad (UDT) porque se llenarían los
tanques de lodo y, lo más grave, la tubería se taparía por el barro. Por lo
tanto, cuando llueve en el nacimiento del río y el agua se pone sucia se miden
los niveles de turbiedad para saber si se capta o se deja pasar. Hasta el año
2006 los picos más altos de turbiedad fueron de 5.000UDT. En el 2011 se llegó a
la exageradísima cifra de 235.000 UDT. En los nacimientos de agua el terreno es
pendiente, cuando llueve el agua penetra la tierra, y si se han talado los
árboles que la retienen, el agua la arrastra con palos, piedras y basura
aumentado la turbiedad del río a donde van a parar.
Este daño ambiental no ocurrió ayer por la
noche. Lleva años sucediendo sin medidas eficaces para detenerlo. Hoy recuperar
las cuencas, reforestarlas y proteger los cauces del río y sus quebradas
necesita años. En el 2010 hubo 37 cortes en la bocatoma. En el 2011 hubo 85 y
en lo que va corrido del año casi 40. Si continúa el invierno los cortes no van
a parar. Este invierno largo e imprevisible también es resultado del cambio
climático por el deterioro ambiental.
Para acabar de rematar, el IBAL, está sin
recursos para invertir. Soluciones si hay, y se trabaja intensamente en ellas,
pero requieren tiempo, recursos, paciencia y comprensión.