PERIÓDICO EL PÚBLICO

Por: Alberto Bejarano Ávila

Rueda ya la vieja y sosa película electoral versión 2015 y los actores redentores, con ínfulas de “chacho de película”, empiezan a interpretar su papelón. La arcaica cinta, casi de cine mudo, es en color (rojo, azul, verde, amarillo y otros valores cromáticos) pero mi daltonismo político sólo me permite apreciarla en tonos grisáceos, opacos y a veces turbios. Siendo “todos a una, como en Fuenteovejuna”, dizque unos ya se unieron para salvaguardar a su glorioso e inmarcesible partido del audaz avance de los otros; puro “cuento chino” que urden para despistar y ocultar el raudal de intereses personales apiñados bajo las inefables toldas partidistas. De existir sincero interés social, la unidad no sería de unos contra otros, sino de todos por el bienestar del Tolima.

Generalizo cuando digo que los jefes políticos, siendo inteligentes, son incultos en política. Explico: ellos ejercen el politiqueo creyendo hacer política y, por tal razón, no logran concebir  que así hunden la democracia, lesionan a la sociedad y se hacen el “haraquiri”, porque lo que crece no es prosperidad sino rapacería, clientelismo, gestiones ineptas, apatía, voto en blanco, abstención y muchas más anomalías que empequeñecen y deshonran su legitimidad de líderes políticos.


Es verdad de apuño que el Tolima es territorio atrasado donde jamás se hizo un juicio para saber las causas históricas de ese atraso y donde (excusen la opinión) la liviandad de sensatez lleva a ponderar sólo lo episódico, casual y banal y no los factores que determinan la digna construcción del buen vivir. Hoy, infundido por los vientos del malecón habanero, considero que si la verdad es sabida el juicio histórico es innecesario y que los días actuales parecen propicios para perdonar y reparar. Seguramente muchos estaríamos dispuestos a perdonar a los políticos que por omisión o acción causaron daño a la sociedad tolimense en las pasadas tres décadas, pero quisiera uno saber si ellos, honestamente, están dispuestos a reparar a las generaciones actuales y venideras.

Ojalá no consideren atrevida la propuesta que hoy hago a los señores Jaramillo, Martínez, Garcia, Yepes, Cárdenas, Bocanegra, Casabianca, Avendaño, Hernández, Santos, Osorio, Rodríguez, Robledo, Osorio, Laserna y demás líderes que tienen y tuvieron las riendas del Tolima durante los últimos 30 años. A todos ellos invito a desagraviar y reparar al Tolima creando una nueva realidad política exenta del sofisma banderizo, ideologista o caudillista y signada por la sagrada promesa de que el bienestar del Tolimense es y será única razón y motivo de su labor política y, si les alcanza el perrenque, podrían instituir al primer partido regional colombiano. No es mucho pedir, creo yo.

 En la nueva realidad política cabe todo político y así nadie tiene que armar triquiñuelas, ni decir mentiras, ni dar codazos y sí gana afecto y gratitud de una comunidad vejada a lo largo de su ya vieja historia. Sé que mi candor y mis utopías no tienen cura (no se mencione) pero de ser cierta la indignación con esa democracia que parece orgía de sádicos y masoquistas, con el uso ilícito del erario, el abuso de poder, el creciente desengaño y desaliento de jóvenes y viejos, el pillaje de los recursos naturales, el deterioro ambiental, la pérdida de protagonismo y peso político, el desastre urbano y rural y otras evidencias visibles, sentidas y sufridas de decadencia y atraso, entonces ¿no creen ustedes? éste tendría que ser el momento de comenzar una nueva época.

Teniendo la región ingentes recursos para construir bienestar social y progreso económico, corresponde al político responsable, sensato, enjundioso, estudioso y coherente, pensar que es su obligación liderar un proceso de unidad regional para construir, entre todos, una nueva historia.