PERIÓDICO EL PÚBLICO: diciembre 2014
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA

En pocos días estaremos en Navidad, fiesta que simboliza el encuentro en familia y el calor de hogar. No obstante, muchos no celebrarán. O si lo hacen, será con el corazón arrugado. El individualismo, el egoísmo, la envidia, la superficialidad y las vanidades que hoy manejan el mundo, sumados al apego a las cosas, la sed de éxito y el espíritu de competencia, han cosechado  soledad por doquier.
Hasta los exitosos sufren de soledad. Si bien es cierto que se ven siempre rodeados, muchos de los que revolotean a su alrededor lo hacen por conveniencia personal, no por admiración, respeto ni amistad. Los que no logran el éxito los miran con desprecio. La envidia, a los no exitosos, no les deja ver más allá de su nariz. Cuando les queda oportunidad, hacen todo lo posible para hacer fracasar al exitoso, ya sea haciendo o dejando de hacer. Sienten alegría, no confesada la mayor de las veces, con los fracasos de los demás y está es mayor cuando el traspiés es de exitosos.
Los que fracasan también viven solos. Nadie quiere ser amigo suyo. Al contrario, le temen que se acerque a pedir, aunque sea compasión o conmiseración. La envidia es un sentimiento que carcome almas y empuja a la soledad. Y el modelo excluyente de esta sociedad empeora la situación. En la droga hay centenares de seres humanos a quienes la sociedad les dio la espalda, a los que el reconocimiento nunca les llegó, a los que creyeron que la droga abría puertas para el relacionamiento y la felicidad, a quienes la soledad les lacera el espíritu y empuja al delito.
Esta celebración de fin de año debe permitirnos hacer un alto en el camino y repensar lo que hacemos. Entender que el que labora en lo que no siente ni le gusta, acumula resentimiento, malos resultados y poco a poco soledades… Igual pasa con el estudio. Los que hacen lo que les gusta y le ponen el alma, le ponen todo el empeño y energías, superan dificultades, siembran alegrías, esperanzas y mantienen el corazón limpio y sereno para cultivar amistades y sólidas compañías.
La envidia es el sentimiento mezquino del que quiere lo de los demás, del que no respeta ni valora al otro, del que se supone mejor sin demostrarlo. Con sus ojos cargados de rencor no ve en los demás sino contrincantes, rivales que le quieren arrebatar lo suyo y a los que debe recelar y de los que debe defenderse. La amistad, el amor y el respeto solo nacen desde la confianza, y esta no germina desde el egoísmo ni el afán por competir con los demás.

Un mundo sin confianzas, sin respeto, sin amistades, sin amor, con egoísmo y envidias es un mundo lúgubre, oscuro, frío, áspero y poco halagüeño. Cuentan que Diógenes Laercio se paseaba por los mercados de su ciudad y se reía viendo todas las exuberantes cosas que ofrecían y que él no necesitaba. Y decía que rico no es el que acumula mucho sino el que menos necesita. El que está dispuesto a darse necesita poco…

Entrevista Rector UT. Dic 4 de 2014.
Por: Luis Eduardo Chamorro Rodríguez

Más allá de los disturbios recientes en la Universidad del Tolima y sus alrededores, hay hechos nuevos que es pertinente registrar en el camino del logro de la calidad académica de esta Universidad estatal con 23 mil 813 estudiantes matriculados en el semestre B del año 2014, el 62.3 por ciento de ellos en la modalidad a distancia.

Entre esos hechos nuevos que se relacionan con el mejoramiento de la calidad de la oferta educativa de esta universidad, está el registro calificado para dos nuevas maestrías, para completar doce ubicadas en diferentes facultades.  En noviembre 14 pasado, el Ministerio de Educación expidió la resolución número 19491 por la cual se otorga registro calificado para la Maestría en Gestión Ambiental y Evaluación del Impacto Ambiental y cuatro meses atrás, mediante la resolución número 11656 se había expedido el registro calificado para la Maestría en Administración.  Estas dos nuevas maestrías tienen registro calificado por 7 años, a partir del presente año.
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Un joven profesional fue a un cajero electrónico y sacó dinero que necesitaba para algunos asuntos. Luego invitó a su novia a cenar y se dirigieron a un restaurante de la ciudad. Estaban ubicándose en una mesa cuando, de manera súbita, dos tipos los amenazaron con un arma de fuego y les exigieron entregar el dinero. Sabían que había ido al cajero. Al resistirse le propinaron dos tiros y huyeron. Gravemente herido fue llevado al hospital. Una herida de aorta le produjo una masiva hemorragia que no se alcanzó a controlar y murió.
Hace una semana comenté en este espacio sobra las pandillas en los barrios y como se inician en el consumo de alucinógenos para tener valor a la hora de asaltos y robos. No obstante, la gran mayoría de personas con las que conversé sobre el tema, además de un pequeño asombro, se encogieron de hombros. Algo así como ese es un asunto de los barrios marginales; yo cuido, quiero a mis hijos y les doy todo lo que necesitan; ellos no se meterán a ninguna pandilla. El individualismo nos lleva a asumir posturas de indiferencia frente al dolor y la necesidad ajena. El amor al prójimo no pasa de ser una retahíla que se repite cuando se ora.
El doloroso asesinato de este profesional me hizo reflexionar que ese ha podido ser mi hijo o el de alguno de los que miran con indiferencia lo que pasa y crece en la ciudad. En estos barrios olvidados por el estado e inundados por la pobreza y la desesperanza, se cocina todos los días, no siempre a fuego lento, la violencia intrafamiliar, la falta de oportunidades, el desempleo, embarazos adolescentes no deseados, el abuso sexual infantil, la drogadicción, falta de futuro, microtráfico y delincuencia. Por lo tanto, es allá donde debemos poner toda nuestra ayuda y atención. El delito no se combate sólo con policía, con cámaras de seguridad o con alarmas. Se combate con recuperación social y abriendo oportunidades. No es con caridad sino con solidaridad. Tampoco con politiquería. Es acompañando procesos desde y con la comunidad.
Estoy convencido que más vale un centímetro de acción que kilómetros de buenas intenciones. Con unos amigos y estudiantes de la UT vamos a organizar procesos para ocupación del tiempo libre de muchos jóvenes en algunos barrios de la comuna 7. No será a nombre de nadie en particular. Serán acciones con las que queremos contribuir. No vamos a discutir si el estado hace o no. Esa discusión permite a muchos disimular su indiferencia y no hacer algo considerando que eso le toca a otros. Creo que es una manera de devolverle a esta ciudad lo mucho que nos ha dado.

Invito a que cada uno piense qué puede hacer por Ibagué. Cómo puede ayudar a mejorar esta ciudad que decimos amar. Sin alharacas. Con acciones. Si cada uno se decide a hacer cosas buenas por la ciudad y abandonamos la indiferencia, el egoísmo y la apatía pronto tendremos la ciudad que nos merecemos. ¡Manos a la obra!

DICE GOBERNADOR DELGADO PEÑÓN, VAMOS A SEGUIR APOYANDO A LA UNIVERSIDAD
Por: Luis Eduardo Chamorro Chamorro Rodríguez
El gobernador Luis Carlos Delgado Peñón ha cumplido la tarea de presentar informe de gestión por lo menos dos veces cada año; ha sido eficiente en la rendición de cuentas a sus electores. El último informe de gestión fue el del lunes 24 de noviembre, pasado.
En cuanto a educación, su informe trae datos de avance positivo y algunos otros siguen siendo de alerta amarilla. En cuanto a cobertura escolar, por ejemplo, al departamento le va bien en los niveles de educación secundaria y media, así no haya logrado la universalización de la oferta educativa en este último nivel educativo. El departamento sigue en déficit de cobertura de la educación para la primera infancia y para la educación superior, a pesar de los avances en las tasas brutas de escolarización correspondientes.
En el grado de transición de preescolar, la tasa bruta cayó del 93.4 al 89.9 por ciento entre los años 2012 y 2013, con tasas que están por debajo de las de la nación. La matrícula, al igual a lo que ocurre en la mayoría de las entidades territoriales del país, sigue disminuyendo. Entre el año 2013 y el 2014, en los 46 municipios no certificados.  La matrícula disminuyó en un diez por ciento, con 20 mil 546 estudiantes menos al pasar de 207 mil 775 a 187 mil 229 estudiantes en todos los niveles de la educación formal.
Por: Alberto Bejarano Ávila
La agencia de las Naciones Unidas dedicada a los asentamientos humanos califico a Ibagué como la sexta ciudad más próspera de Colombia y “Doing Business” ya la había certificado como segunda mejor ciudad para hacer negocios. ¡Hijuemadre, que aterrizada! Esas lumbreras de la burocracia mundial me hicieron caer en cuenta que mis cataratas me están dejando ciego, que mi majadería aumenta, que mi sentido de las proporciones se chifló, que alucino con desusadas ideas de prosperidad y que todo lo estudiado sobre el desarrollo era pura apología comunistoide.  
Me disculpo por el desatino de negar vivir en prosperidad, por señalar de desempleados a quienes en verdad son turistas alelados recorriendo lugares de ensueño, observadores de aves en bancas de parque o membrecía del club de conversadores reunida en tinteaderos. Que vaina, igual tildé de subempleados a quienes practican un deporte nativo que consiste en empujar carretillas llenas de frutas y verduras de cosecha por las calles, seguidos por fans de traje verde y a tanta gente cuyo hobby es terciarse una cajita y regalar dulces y minutos de celular en un andén.
Por: Alberto Bejarano Ávila
Las evidencias del atraso son numerosas: desempleo, subempleo, pobreza, analfabetismo, clientelismo, corrupción, inseguridad, marginación, deterioro vial, caos urbano, migración, fuga de talentos, pésimos servicios públicos, escasa inversión pública, dispersión social, males endémicos y muchas otras máculas que el lector podría agregar. Quien sopese objetivamente estas evidencias en el contexto local aceptará que Ibagué es municipio subdesarrollado y quizás se pregunte de dónde y porqué surge el cuento de que es ciudad prospera o en vía de prosperidad.
No es malquerencia o “ganas de jorobar”, es zozobra por la equivocada visión y gestión del desarrollo y el tiempo perdido (no de ahora, de siempre) lo que motiva a solicitar al Señor Alcalde y al respetado Concejo Municipal de Ibagué no insistir en las fotomultas y enmendar la práctica de tercerización laboral y de gestión. Ustedes saben que el desarrollo es tema complejo, que precede y va mas allá de lo económico, que no cualquier negocio per se supone desarrollo y que por ética política la empresa pública debe generar progreso social, cosa que en la realidad no sucede, pues casi todo “negocio publico” causa desinversión, debilidad del erario, frustración social y sospechas. Si bien esto es sabido, creo, no están demás algunos argumentos y ejemplos. Veamos:
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Un problema en la ciudad, que muchos desconocen y algunos no quieren ver, es el de las pandillas juveniles. Crece el número de barrios asolados por este problema y preocupa la indiferencia de las autoridades frente a él.
Las pandillas juveniles son pequeños grupos de muchachos y muchachas unidos por lazos de afecto, afinidad y solidaridad. Estas afinidades pueden ser variadas: amor por un equipo de fútbol, por un tipo de música, un estilo de vida, gusto por la droga o por fines delictivos, entre otros. Desde el programa de ciencia política de la Universidad del Tolima se realizó una investigación en barrios del extremo nor-oriental de la ciudad en la comuna 7. En sólo cuatro barrios encontraron 4 pandillas y una alta inseguridad.
Las características de los integrantes de estas pandillas fueron: núcleos familiares rotos, sentimiento que el estudio no les ofrece futuro, falta de reconocimiento social y familiar, marginamiento, tejido social escaso, violencia intrafamiliar y consumo de sustancias sicoactivas. Elementos comunes son el microtráfico y el comportamiento violento. Al entrevistar a algunos pandilleros se hizo evidente la falta de afecto en sus vidas, el maltrato crónico en el seno de sus hogares y el contacto temprano con el consumo, con expendedores de alucinógenos y el abandono del estudio o del trabajo.