PERIÓDICO EL PÚBLICO: febrero 2015

Por: Carlos Orlando Pardo

La noche del 26 de febrero a los 82 años, dejó de existir en Bogotá el consagrado pintor tolimense Carlos Granada, quien había nacido en Honda en 1933. E1 talentoso trabajo realizado con una temática corno la suya, donde se estetiza la violencia, pronto habría de sorprender a los especialistas que ya en 1959 le otorgaron un premio especial en el Salón Nacional. Eran tiempos en que los críticos se movían entre los parámetros de máxima exigencia y frente a ello, en 1963, no dudarían en entregarle el primer premio por la obra A solas con su muerte. Al año siguiente será premiado en el Salón Grancolombiano, de Cali, y en 1968 obten­drá el premio especial en el XI Salón de Artistas Nacionales. En 1969, como para coronarlo, es declarado fuera de concurso en el Salón Nacional realizado en Bogotá.

Este admirable ejecutor de la interrelación vida-muerte, en el campo de fuerzas encontradas que habita su pintura, formó su propio lenguaje sobre un modelo perceptivo no racional de la realidad. Nació en Honda pero se trasladó al Líbano con su familia donde cursó el bachillerato en el colegio Isidro Parra. En aquel poblado transcurrió buena parte de su infancia, los primeros años de estudio, los juegos infantiles y al fondo la atmósfera de violencia que sacudía al país. Aquel sitio donde era usual presenciar el descenso de los muertos por las aguas del río y cuyos campesinos engrosaron, en su mayor parte, el índice de las estadísticas mortuorias de ese tiempo horroroso, va a quedar grabado en el recuerdo y las pupilas del pintor que no entendía bien cómo se segaban la alegría y la existencia.

Por: Carlos Oralndo Pardo R.
La región en particular tiene una orfandad notoria en la falta de nuevos narradores aunque no de poetas, sobre todo en una larga última década que parecía estar reclamando otros nombres. Es aquí donde bien vale la pena reseñar el libro iniciático de Omar Alejandro González Villamarín, un joven escritor que apenas sobrepasa los 30 años y dirige el taller literario de la Universidad del Tolima. El licenciado en Lengua castellana que ahora cursa su magister en literatura, ya venía empujando su nombre al ganar concursos de cuento y poesía, escribir notas críticas en revistas y periódicos o agitar debates sobre su tema en el seno de su institución.

Música de parcas es entonces un libro de cuentos de diversa extensión que ofrece un trabajo ricamente imaginativo con apalancamiento en un bien manejado lenguaje literario, dominio de la técnica, conocimiento del oficio, economía de palabras y temas novedosos, sin que deje de advertirse un juego de re-creación bajo textos de maestros del género. Se advierte aquí un oficio en la tarea lejos de la improvisación y que deja al final el grato vestigio de cómo enfrentamos a un futuro escritor de gran aliento y que sin duda hará ruido en los años venideros. La brevedad es muestra de conciencia, mucho más cuando se ilumina y se devela todo un universo bajo la presión de la dificultad  de lo conciso. No es fácil aunque pareciera y allí reside parte de su magia.

Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
¿Es posible que la política, tan criticada y desprestigiada, pueda refundarse y convertirse en una esperanza, en una puerta de oportunidades y posibilidades para los ciudadanos? ¿Será posible que la politiquería, odiosa práctica del atajo y la viveza, sea desterrada y la política renazca desde sus ruinas? ¿Cree posible que la política vuelva por las sendas del bien común, respeto por lo público, responsabilidad con la ciudadanía y solidaridad social? ¿Será posible que la política sea guiada por las ideas, propuestas y sueños realizables y no por los ríos de dinero, las recomendaciones o los lazos de familia?
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Estaba muy nerviosa. Parecía que fuera su primer día. Mejor, su primera noche. De eso ya han pasado unos años. Atrás, en la memoria, había quedado la salida atropellada de su pueblo, dejando a su pequeño hijo al cuidado de los abuelos sin explicaciones ni cómo rastrearla, y  las múltiples inyecciones que le aplicaron para secar la leche que aun brotaba generosa de sus senos, en el trabajo que consiguió después de golpear muchas puertas por varios días. Allí le modificaron la edad en sus papeles para ocultar que era menor de edad, le pusieron abundante maquillaje con ropa ajustada y brillante. Alguien en el trabajo fue encargado de enseñarle las artes del amor, lo que no hizo a cabalidad aquel agente de policía que la enamoró y la embarazó antes de partir trasladado a otro lugar desconocido y distante.
Por: Luis Eduardo Chamorro Rodríguez.

En el presente año, en la Universidad del Tolima también se vivirá un ambiente electoral. Es un proceso que comienza con la elección del estudiante que hará parte del Consejo Superior y terminarán con la elección de un nuevo rector o la reelección del actual.

La Universidad del Tolima avanza en varios aspectos que tienen que ver con la oferta de calidad en sus programas académicos porque, según su rector José Herman Muñoz Ñungo, se sigue en la tarea de cumplir con los requisitos exigibles para la Acreditación Institucional de alta calidad, que se aspira lograr en el término de año y medio.


Trágica para la región es la débil conciencia respecto al para qué se eligen gobernantes y cuerpos colegiados. Incultura política, oscurantismos y facciones partidistas utilizadas como palanca clientelista o figurín de egos, son ingredientes del caldo de cultivo que incuba el relajo electorero. Pio Baroja señalaba que “a una colectividad se le engaña siempre mejor que a un hombre”, proverbio que me indujo a hacer la ilógica e inmodesta analogía de que “yo soy la opinión pública” para intentar descubrir cómo enfrentar los recurrentes engaños y abusos con la región. El ejercicio fue iluminador, pues así fue como comprendí que yo, “siendo la opinión pública”, jamás debo conceder ingenua o impulsivamente mi favorabilidad y que es mi deber exigir a cada uno de los candidatos respuestas claras y precisas a estos interrogantes:

¿Cuál es el proyecto político para la región y sus municipios que propone su partido político y sobre el cual asume responsabilidad al otorgarle aval? En ese proyecto político ¿Cuál el modelo económico y fiscal? ¿Cuál la visión estratégica de corto, mediano y largo plazo para alcanzar bienestar, autosuficiencia y autonomía regional y municipal? ¿Cuál el pronóstico de crecimiento del PIB regional y su proyección financiera para el cuatrienio y como lo sustenta? ¿Se opone o no a la tercerización en los entes públicos? ¿Defiende o no el medio ambiente, los recursos naturales, el patrimonio comunitario, las empresas públicas y los usuarios?

Mi madre me enseñó desde niño que el desagradecido no tiene sino un defecto, porque con ese los tiene todos. Me formó en la convicción que cuando se recibe un favor hay que mirar fijamente a los ojos del dador y decirle desde el alma ¡gracias! Me explicó que la diferencia entre vivir con el alma llena o vacía es el agradecimiento. Aprendí entonces, que la ingratitud no es como el trueno que asusta sino como el rayo que mata, que hace daño, que lastima corazones y hiere conciencias.
Marín Lutero decía que existían tres perros muy peligrosos que cuando mordían dejaban graves heridas y muy profundas: la ingratitud, la soberbia y la envidia. Hay personas que reúnen en ellos a los tres perros y son, por lo tanto, terriblemente peligrosas: soberbias,  envidiosas y desagradecidas.



En la foto de pié, Luz Stela Rivera,José Herman Muñoz(rector de la UT), Behur Sanchez, Héctor Sánchez, Indira Orfa Tatiana Rojas Oviedo. Sentados, de izquierda a derecha, Lourdes de Benitez, David Benítez (vicerrector de la UT), Nelson Romero Guzmán, poeta ganador del premio Casa de las Américas; Carlos Oralando Pardo, Libardo Vargas (vicerrector de la UT9, Jackelin Pachón y Luis Eduardo Chamorro  Rodríguez, asistentes a la tertulia literaria y lectura de poemas, con Romero Guzmán, ganador del premio internacional de poesía de Casa de las Américas. El evento se realizó en la residencia de Luis Eduardo Chamorro e Indira O Tatiana Rojas. 
Por Luis Eduardo Chamorro Rodríguez

Es la nación la que lleva al mayor peso de la financiación del sistema escolar estatal, los aportes de las entidades territoriales de sus recursos propios (gobernaciones y municipios) son de poca cuantía. De otra parte, la mayor cantidad de recursos financieros que la nación transfiere a las entidades territoriales certificadas se destinan al pago de gastos salariales y prestacionales de los docentes, del personal administrativo y los costos de funcionamiento de las secretarías de educación.