PERIÓDICO EL PÚBLICO: MANUALES DE CONVIVENCIA, POLITIQUERÍA Y EDUCACIÓN. Por AGUSTIN ANGARITA LEZAMA.

MANUALES DE CONVIVENCIA, POLITIQUERÍA Y EDUCACIÓN. Por AGUSTIN ANGARITA LEZAMA.

La reciente movilización ciudadana y de medios de comunicación en torno a los manuales de convivencia escolar ha desatado todo tipo de análisis y puntos de vista, tanto nacionales como internacionales, que valen la pena ser destacados. Veamos:
1.       El impresionante poder movilizador de las iglesias. En pocos días, sin necesidad de acudir a derroches de dinero, sin pagar buses ni publicidad, lograron grandes concentraciones de ciudadanos en las más importantes ciudades.
2.       Se demostró que las bajas tasas de lectura en Colombia son reales. En general la gente no lee, actúa por lo que le dicen y cree ciegamente lo que le predican. Muchos no habían leído los manuales ni conocían las normas contra las que protestaban. La mayoría desconoce que el estado debe garantizar los derechos de todos. Incluyendo los derechos de las minorías, porque los derechos de las mayorías no pueden negar los de los grupos minoritarios como indígenas, negros, discapacitados, o con orientación sexual diferente. Estos desconocimientos e ignorancias favorecen la manipulación y el engaño.
3.       Colombia es un país moderno, culto, tolerante, respetuoso de los derechos humanos, incluyente y que anhela la paz. Pero en el papel. En la práctica, no se respetan las ideas de los demás, se quieren imponer, si es del caso a la brava, los puntos de vista de los que se sienten mayoría. Y la paz que en el fondo se quiere, es la de acabar o invisibilizar a los contradictores y dejar vivos o visibles sólo a los que piensan igual a uno. Es la paz de los cementerios…
4.       La mentira, el engaño y las verdades a medias fueron grandes protagonistas en las marchas y concentraciones: la ministra expresó verdades a medias cuando dijo que las cartillas sobre orientación sexual no existían o cuando se refirió a la participación de Colombia Diversa en el proceso. Por las redes sociales circularon cartillas falsas que fueron suplantadas por literatura porno homosexual de Bélgica. Mintieron quienes acusaron al ministerio de educación de querer imponer ideologías de género, que entre otras cosas no existen. El tema de la identidad sexual en la escuela se viene tratando con cartillas publicadas también en anteriores gobiernos y con múltiples procesos de socialización.
5.       Los manuales de convivencia deben ser hechos por los padres de familia, los docentes, las directivas académicas y los estudiantes. Se deben actualizar cada año por la comunidad educativa. Las instituciones educativas son autónomas. El ministerio de educación debe vigilar que estos pactos, que estos acuerdos que son los manuales, se realicen respetando los derechos y acatando la ley, en el marco de la autonomía de las instituciones educativas. Hay manuales que se hicieron o se mandaron a hacer en 1994 y desde esa época no se revisan. Y los padres de familia, docentes y estudiantes o por desconocimiento de sus derechos o por indiferencia, no participan en su construcción.
6.       El tema de la educación al fin se tomó la tribuna pública. Pero como siempre, para el manejo politiquero no para nada bueno. No ha existido un debate amplio y serio en torno a una educación pertinente y de calidad, menos sobre educación sexual, inclusión, embarazo adolescente, sobre el consumo de sustancias sicoactivas en la escuela o la violencia creciente en el ambiente escolar.

Muchos de nuestros estudiantes salen mal preparados de su bachillerato y no pueden acceder a un cupo en la educación superior. ¿Por qué los padres de familia que se movilizaron en días pasados gritando que exigen respetar su derecho a educar a sus hijos, nunca van a las escuelas de padres de sus colegios, tampoco participan en las actualizaciones de los manuales de convivencia ni exigen que de verdad se hagan cada año, ni protestan cuando la educación colombiana se raja en las evaluaciones internacionales o cuando las pruebas SABER demuestran la muy baja calidad de nuestra educación? Tampoco salen a las calles a protestar por la violencia creciente en las instituciones educativas. Nunca he visto protestas por la baja calidad en la enseñanza de la física, las matemáticas o las ciencias sociales. Al contrario, algunos dan espectáculos grotescos como los que se presentaron en la final de futbol sala entre dos colegios de Ibagué, donde los padres se trenzaron a puños e improperios por el resultado final del encuentro deportivo de sus hijos.

Si la educación realmente importa tanto, ¿por qué es tratada tan mal y no hay movilizaciones masivas de padres, políticos y ciudadanos de a pie para defenderla, fortalecerla y financiarla adecuadamente? Una educación de calidad pasa por la calidad de los maestros. ¿Por qué no hay las grandes protestas ciudadanas y de las iglesias por lo mal pagos que están nuestros maestros, por las pocas oportunidades para cualificarse y los escasos estímulos que se ofrecen?

Muchos de los políticos que vimos en las marchas han sido actores principales en la corrupción que se ha saqueado las arcas de la educación pública. Algunos padres de familia, no todos, han hecho negocios turbios con narcotraficantes y corruptos que hoy tienen a la juventud acorralada por la droga y el delito, pero hablan y exigen combatir la drogadicción en la escuela. Muchos padres separados, con hogares paralelos y con hijos abandonados, gritaban en defensa de la familia tradicional pero no de la calidad de la enseñanza. Una senadora, con un hijo homosexual declarado, casada por la iglesia, separada y en unión libre con un ex guerrillero levanta la bandera de la moral y del concepto tradicional de familia. ¡Realmente este es un país de mojigatos! Se deben hablar y discutir sin miedos ni presiones todos los temas de la sociedad.

¿No creen que en este debate hay más politiquería, intereses personales y de grupo, de apariencias y vanidades que verdadero interés por una educación con calidad, por la familia y las buenas costumbres?