Ibagué ingresó desde hace mucho tiempo a la categoría de ciudades con posibilidades de inviabilidad en materia
de movilidad. No existe la intención y menos una política definida y clara, con
los elementos técnicos, materiales y humanos que esta área de la administración
de la ciudad requiere.
Debemos hablar de conductores pasajeros y peatones, o sea de personas,
que se mueven al mismo tiempo por unas mismas vías y por diferentes medios, dentro
de la ciudad, para realizar su actividad diaria.
Entonces, si la movilidad involucra personas, las políticas deben ser
para personas. Las ciudades, que frente al problema de movilidad, solo han
pensado en vehículos son un caos o están por serlo.
Las políticas de movilidad, que involucra esencialmente seres humanos que
realizan su actividad de vida diaria, deben ser ejercidas por una autoridad con
un espectro de ejecución de igual o
superior dimensión al problema y no un ente administrativo que tan solo tiene
que ver con los vehículos.
Ilustra lo anterior la descripción clásica y simple de movilidad:
“Por movilidad se entiende
el conjunto de desplazamientos, de personas y mercancías, que se producen en un
entorno físico. Cuando hablamos de movilidad urbana nos referimos a la totalidad de desplazamientos que
se realizan en la ciudad.”
Estos desplazamientos, en una ciudad como la nuestra, se realizan en
automóviles, buses, camiones, camionetas, taxis, bicicletas, motocicletas y
caminando entre otras.
Cuando las autoridades locales enfrenta el problema y han querido
manejarlo toman la determinación simple e inmediatista de imponer el llamado
Pico y Placa, que no es otra cosa que reconocer que han fracasado en sus labor
de garantiza la movilidad. No podrá nadie afirma que se ha mejorado la
movilidad “inmovilizando” el 50 % de los vehículos como es el caso de Bogotá.
En Ibagué, el Alcalde ordenó extender a todas las horas luz, el pico y placa, o
sea, ha dado un paso más hacia la inviabilidad de la ciudad Musical. lfhm.