Por: Santiago Castro Agudelo
Hace unos días en una reunión con
amigos noté una gran preocupación por la situación actual del Departamento del
Tolima. Alegan varios que hay un retroceso en temas de infraestructura, calidad
de la educación, cobertura en salud, entre otros. Sin embargo, en las
consideraciones finales varios indicaban que lo mejor era que sus hijos se
radicaran en Bogotá una vez salieran del colegio, debido a que en el Tolima las
oportunidades eran limitadas o inexistentes. Para nadie es un misterio que
enfrentamos un problema grave de desempleo, acceso al crédito, oportunidades
reales de comercialización a nivel nacional e internacional, además de un
gobierno departamental sin norte y unos gobiernos municipales con recursos
limitados y que terminan por quedar prisioneros de posibles investigaciones de
la Procuraduría, las contralorías y demás “ías”.
No obstante, asumir que debido a la
situación actual lo que habría que promover es que las nuevas generaciones de
tolimenses se radiquen en otro lugar, usualmente Bogotá, es negar la
posibilidad de un futuro mejor para el departamento y la región. En contravía
de mis contertulios, considero que lo más importante es lograr que el Tolima
sea atractivo para quienes se han visto obligados a buscar oportunidades en
otras partes. Hace décadas la Violencia obligó a muchos a dejar sus tierras y
hoy sus hijos y nietos no vislumbran la posibilidad de regresar al Tolima. En
años recientes fue una clase política cerrada la que impidió que nuevas ideas,
nuevas personas, nuevos movimientos ciudadanos surgieran ¿Se nos olvida que en
la pasada campaña una de las críticas más fuertes contra un candidato a la
alcaldía de Ibagué es que no había nacido aquí? Pocas veces había escuchado un
argumento tan estúpido, no hay otra palabra.