Por:
Alberto Bejarano Ávila
El
impulso al aparato empresarial tolimense debe ser ineludible eje estratégico de
la visión del desarrollo. Confiar anhelos de prosperidad regional al efecto
generoso de la inversión externa es opción necia, pues la globalización, si
bien innegable realidad loada por cándidos y esnobistas, es instrumento leonino,
saqueador y acumulador y no justa y solidaria maravilla de modernidad. A quien
juzgue delirante esta opinión lo invito a indagar sobre “El Club Bilderberg”, a
aceptar que hay visiones que reconocen la globalización pero no sustentan en
ella las tesis del desarrollo social y a creer que en el mundo
transnacionalizado, autonomía, espacios, simetrías y riqueza propia, no se logran
con genuflexión sino apelando al alma territorial para construir desarrollo
endógeno.