Por: AGUSTIN ANGARITA
LEZAMA
Recuerdo las cosas que sucedían cuando era niño. Las
vecinas se prestaban una taza de arroz crudo, un vaso de leche, un tomate o una
cebolla… En navidad, se cruzaban platos con buñuelos, natilla, dulce de breva,
limón, papaya, arequipe… Cuando alguien se enfermaba, el vecindario entero
visitaba al paciente… Todo el mundo se conocía. A la media noche del 31 de
diciembre, la gente salía de su casa a abrazarse con los vecinos. Permanecía un
ambiente de amistad, se respiraba solidaridad, sentido de pertenencia,
preocupación por el prójimo.
Estos múltiples lazos que crecieron entre los
vecinos, que mantenían a la gente del barrio unida y preocupada por los asuntos
comunes, es lo que se denomina tejido social. Como la relación era estrecha
entre todo el vecindario, el tejido era muy tupido y fuerte lo que hacía a la
comunidad muy sólida. Con el tiempo eso se ha venido perdiendo…