Por:
Alberto Bejarano Ávila
Hasta
el más buenazo e inmutable tuvo que asombrarse y maliciar al saber de la insólita,
ilógica y majadera idea de las fotomultas en nuestra querida pero atrasada y
abusada urbe. Es de sentido común saber que esta tecnología resulta impropia e
innecesaria en una ciudad con pésima infraestructura y equipamiento vial y por
ello ni siquiera amerita ser considerada como prioridad razonable y responsable
para Ibagué. Con dos enfoques amplío mi opinión sobre este tema:
Enfoque
1. Hacia
una grave parálisis. Todos
somos testigos y afectados por la progresiva ralentización de la movilidad en
Ibagué y una elemental sumatoria de factores irrebatibles permite juzgar que en
pocos meses la movilidad será funesta si el Concejo y el Alcalde no aceptan ya
que el asunto es sistémico y no una casual y desarticulada concurrencia de
circunstancias que se usan para favorecer el interés ajeno y opuesto a la
visión estratégica correcta de desarrollo municipal.