PERIÓDICO EL PÚBLICO

Por: Alberto Bejarano Ávila

Para soslayar “la política” (un ratico) pensé escribir sobre emprendedores, talentos y otros temas, pero cordiales sugerencias hechas al anterior escrito (“los chachos de la película”) instan a ampliar lo allí dicho. Nadie negará, creo, que el desarrollo logrado por muchas sociedades es obra de personas de carne y hueso, pero al afirmar que nuestro atraso también es obra de personas de carne y hueso, algunos confirman el juicio, valga decirlo, pero otros “se hacen los locos”, lo tachan de ambiguo o ficticio y, claro, no falta la voz airada. Tan recurrente y acusadora evasiva y rezongo impiden reconocer lo errado y anacrónico de las ideas o paradigmas políticos y económicos del desarrollo que por decenios alcahuetearon ineficacia, poquedad y no poco impudor en el Tolima.

La democracia regional (?) jamás se nutrió de tesis y antítesis que dieran lugar a una visión correcta de futuro y, por ello, el análisis histórico, prospectivo y estratégico derivado de la política auténtica es atributo que la región nunca ha conocido, pero sí, debemos decirlo, redundamos en vacuidad, refritos, “copialina” y argucia politiquera. ¿Por omisión o por acción, existe el culpable político del atraso? Sí existe  y de modo resumido y con obvias limitaciones lo intentaré demostrar:
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Las costumbres familiares cambian con cada generación. En unos casos mucho.  De ninguna manera traigo a colación estas reflexiones por nostalgia, sino porque considero que se cometen errores que redundarán en perjuicio de los que menos deben pagar los platos rotos. Me refiero a la educación de los hijos en los hogares.
Hoy es costumbre que los padres le ayuden y en muchos casos, les hagan las tareas a sus hijos. Casi siempre es la madre la encargada del tema. Parece que da orgullo que a los hijos les vaya bien en el colegio, así toque hacerles sus deberes mientras ellos chatean, hablan por celular, navegan en internet, ven televisión, juegan con sus amigos o simplemente descansan.
También se ha hecho costumbre, que los padres quieren ser amigos de sus hijos. Desearían ser sus mejores amigos y algunos de eso se jactan. Si bien es cierto que las brechas generacionales no son insalvables, es anormal que un niño tenga como mejor amigo a un adulto, sin importar si es su padre o su mamá. Los niños debes ser amigos de otros niños. Los padres debemos estar cerca, siempre atentos a ayudarlos, a colaborar a que ellos aprendan sus responsabilidades para la vida, pero dejándolos ser niños o jóvenes… Otra costumbre, sustentada en dudosas teorías psicológicas sobre el desarrollo infantil, es la de hablar con los niños de manera franca y clara, como se dice a “calzón quitado”. Se encuentra uno con padres tratando de entender temas difíciles para poder hablar sin rodeos con su hijito de 5 años…
Por: Carlos Orlando Pardo

La verdadera historia de la literatura colombiana se encuentra en la suma de lo hecho en las historias regionales. Lo que se ha cumplido en la Costa y en el Tolima, en Risaralda o en Nariño, ofrece no sólo un inventario de lo que no tienen en cuenta los especialistas, sino una aproximación a libros y autores que por ellas no se quedan en el olvido rutilante. Es lo que acaba de reintentar, de manera más amplia, un fervoroso lector y entusiasta buscador de valores perdidos. No se trata de jugar al chovinismo regional sino de destacar a quienes han hecho obras literarias en los diversos géneros. Son creadores del país con origen en un lugar de él pero que comportan, no pocas veces, un decoro estético digno de ser tenido en cuenta y hasta comunes denominadores por la influencia de la provincia. Conocía de años antes la investigación de Benhur Sánchez Suárez sobre el mismo tema y que luego con cada edición fue ampliando y examinando de manera devota Félix Ramiro Lozada. Hace poco hice un comentario a un valiosísimo conjunto de ensayos de Jorge Guebelly sobre El humanismo en la literatura huilense y cuyo libro me dejó la fascinación de la profundidad. Todo esto significa de qué manera y por fortuna, los escritores, narradores y poetas de este sector del país producen inquietud como para generar análisis, inventarios, valoraciones y libros como los que he referido. Por no pertenecer a las élites bogotanas ni a las roscas que se reparten favoritismos, becas, viajes y concursos, a los escritores llamados despectivamente aldeanos o locales se les margina e ignora como una forma de matarlos. De allí la trascendencia de juiciosos estudios como el que presenta el periodista cultural, docente y creador Félix Ramiro Lozada. Hemos seguido sus pasos como lectores leales de sus trabajos y conocedor del esfuerzo y la dedicación que esto implica, se entiende cómo, una literatura con tantos nombres no puede terminarse ni ser desconocida, así muchos pertenezcan a un pasado reciente o remoto pero que han construido no sólo una identidad sino una tradición, asunto de no poca monta. Es sobresaliente el proceso evolutivo de estos autores que pueden rastrearse en la selección de textos y documentos que compila el investigador. El conjunto de voces ofrece un coro sinfónico donde cada quien cumple el papel de solista en su momento. El análisis y la antología a lo largo de 364 páginas nos lleva a un interesante viaje en el tiempo y se estaciona en los grandes períodos que ha tenido la historia nacional con sus representantes más osados. Desde los tiempos de la conquista y la colonia hasta el período de la Independencia tienen aquí su espacio y concluye con el desarrollo de la literatura en el Siglo XX para enfocar con tino la presencia de los historiadores que han cumplido en el Huila un papel definitivo para aclarar caminos. No se quedan atrás los grupos al estilo de Los Papelípolas que brillaron en el país por su talento ni la literatura posterior a ellos, llena de figuras nacionales. El que llegue hasta los días que corren demuestra un seguimiento fervoroso para quienes han ejercido el oficio con dedicación y allí tienen su sitio. Acompañados al final de una cuidadosa ficha biobibliográfica y los datos relevantes de cada escritor, el libro nos deja la impresión de convertirse en hito y documento indispensable para conocer a quienes representan con altura las letras en esta hermosa región de Colombia. Tamaño esfuerzo de no pocos años persistiendo en un esfuerzo descomunal, convierten de nuevo a Félix Ramiro Lozada en un estudioso imprescindible que hay que mirar con respeto y atención. No deja de ser apasionante emprender este viaje seductor por la literatura, el mismo que el poeta ha cumplido con la del país como su contribución gigante para una nación necesitada de conocer a sus vitales soñadores desde el mundo de la palabra.
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Platón, el filósofo griego, enseñaba que la sabiduría no tenía nada que ver con la opinión, a la que denominaba doxa y a la vez,  como la forma menos confiable del saber. Para alcanzar un saber verdadero, Platón postulaba la necesidad de someter el conocimiento a discusión colectiva para, escuchando y confrontando diferentes argumentos y puntos de vista, ir decantando y elevando el conocimiento. Este proceso lento y esforzado de ascenso del saber, lo llamó Platón episteme. Un punto clave en esta metodología para construir conocimiento era la reflexión. Es el acto mediante el cual una persona revisa lo actuado, lo sopesa, lo confronta y al evaluarlo puede descubrir errores, debilidades y falencias y en consecuencia, si es del caso, corrige, modifica o rechaza creencias y comportamientos.

Por: Alberto Bejarano Ávila

Rueda ya la vieja y sosa película electoral versión 2015 y los actores redentores, con ínfulas de “chacho de película”, empiezan a interpretar su papelón. La arcaica cinta, casi de cine mudo, es en color (rojo, azul, verde, amarillo y otros valores cromáticos) pero mi daltonismo político sólo me permite apreciarla en tonos grisáceos, opacos y a veces turbios. Siendo “todos a una, como en Fuenteovejuna”, dizque unos ya se unieron para salvaguardar a su glorioso e inmarcesible partido del audaz avance de los otros; puro “cuento chino” que urden para despistar y ocultar el raudal de intereses personales apiñados bajo las inefables toldas partidistas. De existir sincero interés social, la unidad no sería de unos contra otros, sino de todos por el bienestar del Tolima.

Generalizo cuando digo que los jefes políticos, siendo inteligentes, son incultos en política. Explico: ellos ejercen el politiqueo creyendo hacer política y, por tal razón, no logran concebir  que así hunden la democracia, lesionan a la sociedad y se hacen el “haraquiri”, porque lo que crece no es prosperidad sino rapacería, clientelismo, gestiones ineptas, apatía, voto en blanco, abstención y muchas más anomalías que empequeñecen y deshonran su legitimidad de líderes políticos.
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
En esa oficina las sonrisas siempre eran la mejor bienvenida para el recién llegado. Ese día fue lo contrario. Rostros adustos, miradas esquivas, saludos escasos y fríos. El doctor no está, dijeron casi sin mirarme. Confundido dirigí mis ojos hacia la puerta de vidrio esmerilado que separa la recepción del despacho de quien iba a buscar. Desde la infancia nos conocíamos y mucha agua había pasado bajo puentes comunes. La contraluz me permitió ver la silueta de mi amigo. No entendí por qué se negaba. Pese a saber que estaba encerrado en la oficina, pregunté a su secretaria, también conocida de tiempo atrás, si el doctor se demoraba en llegar. Dijo no saber. Sin preguntar nada más, giré y abrí la puerta de la oficina de mi amigo y entré.
Derrumbado en su sillón, con su cara perdida entre sus manos y exhalando un aroma de profunda tristeza, me encontré con él. Exitoso profesional, brillante hombre de negocios, profesor universitario y destacado ciudadano en la vida pública. Enamorado como el que más de su esposa y de sus tres hijas, que para él son sus luceros del alma. Lo sorprendió mi intempestiva entrada. Al instante me reconoció y depuso las armas espirituales  con las que quiso defenderse y mantenerse aislado. Sus ojos enrojecidos por la falta de sueño y el llanto prolongado esquivaron mi mirada…
Por: Alberto Bejarano  Ávila
Estimados periodistas. 
"Visita de españoles al IBAL despierta intriga", es el titular de El Nuevo Día, hoy 4 de septiembre de 2014, titular que me obliga a hacer un comentario personal no pedido, que ojalá ayude a despejar la preocupación que puede despertar la reseña periodística. Por razones particulares conozco de cerca las relaciones de Vitoria-Gasteiz, capital del País Vasco con Ibagué, relaciones que desde hace cerca de una década y con  base a los buenos oficios de los ibaguereños radicados en esa ciudad europea (ellos se organizaron en la Asociación Colombia-Euskadi) permitieron que el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz realizara varios programas de cooperación con Ibagué que han hecho posible la dotación de alrededor una veintena de centros comunitarios digitales en instituciones educativas del municipio, la reforestación con guadua en el Cañón del Combeima y Cay y muchos otras obras que la ciudadanía debería conocer.


En el marco de este convenio de cooperación y por iniciativa ibaguereña se ha venido intentado una aproximación más estrecha con las entidades publicas de Vitoria-Gasteiz y es así como se planteó la importancia de un programa de cooperación técnica entre Amvisa y el IBAL, incitativa que permitió ya hace unos cuatro años que algún técnico del IBAL viajara  esa ciudad y que ahora permite que el Señor Ángel Llamazares, Gerente de Amvisa (aguas de Vitoria), empresa pública, visite a Ibagué, acompañado del Señor Aitor Gabilondo, Director de la Oficina de Cooperación del Ayuntamiento mencionado.

AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
La crisis de la salud está en un punto crítico. El sistema se ha vuelto insostenible. Cada uno de los actores trata de salvarse de cualquier forma. Varios factores inciden en la crisis. Para muchos el problema se solucionaría con más recursos. Es una mirada miope. Si bien es cierto hace falta plata, con tenerla no es suficiente.
Un aspecto que afecta gravemente la salud es la injerencia de la política clientelista que deteriora la calidad del servicio y produce efectos nefastos sobre la legitimidad y confianza de la ciudadanía. Los hospitales se convirtieron en un botín burocrático de las clientelas politiqueras nacionales y locales. También permearon y se apropiaron de los organismos de control en salud, por lo tanto la inspección es deficiente, la vigilancia no vigila ni ve ni entiende y el control es una fachada que da lástima y risa.
Los hospitales fueron saturados de nombramientos clientelistas. Especialistas con sobrecargas laborales que ganan fabulosos sueldos que no se compensan con el escaso tiempo que trabajan. Pero que no se pueden tocar porque la recomendación política es más importante que su desempeño laboral. Empleados administrativos que duplican funciones, entorpecen la buena marcha y cuadruplican los gastos. Los gerentes no obedecen a una lógica de méritos académicos y administrativos sino a intereses politiqueros. Por eso no administran sin permiso de sus jefes políticos. Para ellos no es la eficiencia administrativa lo que importa sino las cuentas politiqueras de los que los eligieron. No les preocupa prolongar agonías institucionales si tienen que proteger recomendados y consentidos de los politiqueros.
Por: Carlos Orlando Pardo

Se trata de un libro encantador de 207 páginas que sin timideces puede considerarse una joya verdadera. Allí el autor analiza con sabiduría la sociedad, la historia y en particular la literatura del Huila. No son los once ensayos que lo integran textos abrumadores saturados de citas ni pretensiones, sino profundos y reflexivos planteamientos donde uno no sabe, en el momento de subrayar, si lo emprende de acuerdo a una costumbre, cómo debe hacerlo en varias páginas seguidas y no me había ocurrido antes en mi largo oficio de lector. Todo parece importante y muchas veces novedoso porque no viaja por las bibliografías sino por lo textos para dar fuertes y valientes conclusiones. Los antecedentes y análisis sociológicos y literarios de lo que es y ha sido este territorio bajo la luz de la filosofía y el contexto, arrojan enseñanzas que bien pueden aplicarse a otros lugares del país y a la misma nación. El diagnóstico es devastador no frente a los autores sino frente a la sociedad en que se vive, en lo usual indiferente y con indolencias alrededor de lo humanístico, pero cuya consecuencia es la diversidad y la cantidad de ventanas que desde la prosa o la poesía reflejan su maravillosa decadencia. Mucho queda al final del fruto maduro de un intelectual con doctorado en La Sorbona que antes estudió en el Caro y Cuervo y ejerció la docencia universitaria a lo largo de su vida. Auscultar las percepciones humanas subyacentes en el texto literario ha sido su intención, el mismo que empezó en sus tres libros anteriores dedicados a la literatura del Huila y que va de lo universal a lo regional, incluyendo autores de ayer a hoy, en particular poetas, cumpliendo valoraciones justas a la obra narrativa de Benhur Sánchez Suárez y de Marco Polo, por ejemplo, olvidándose de manera inexplicable de un escritor como Humberto Tafur Charry. Claro que no se trata de un inventario sino de una selección personal, aunque debiera habérsele nombrado siquiera en alguna de sus listas generales que van en los asteriscos. Con esta salvedad, alguna debe tener una obra excelente,  Jorge Guebelly menciona a sus creadores como aquellos que “deambulan en la más tibia orfandad, en un invisible destierro, proscritos en su territorio social y personal”, pero “contra todas las adversidades culturales, nuestro arte, en general y nuestra literatura en particular, han conquistado un lugar respetable en el contexto regional y nacional”. A través de sus textos entiende cómo veían y ven el mundo sin las recetas culturales del entorno o el de las fábricas de títulos universitarios, fuentes del “doctorismo”, sino voces cada vez mayores y más informadas de los aconteceres literarios del mundo y más sensibles de la condición humana regional. Viven sin que la economía ni la política hayan podido aniquilarla y con desdén por los poderes que desean arrodillarla porque de esa manera no le son incómodos. Es la rebeldía sin rendiciones y la independencia frente a una cultura conservadora que históricamente ha conservado los rasgos de la pre modernidad y encarnar “verdaderos desfalcos humanos”. Sin caer en el nuevo Dios que es el dinero y sin confundir las novelas con las telenovelas, un concierto de Beethoven con uno de Rap, sin caer en la tentación de cómo para ser hay que tener donde el ser humano pierde sus valores y se pone un precio para valer en sociedad, los poetas y narradores testimonian el viaje en el infierno y la desesperanza pero sin ponerle cárceles al alma. Concluye de qué manera en medio de la decadencia social y su injusticia, la literatura es la que muestra su grandeza, insiste en el ser humano y muestra la urgencia de superar el desastre.
¡QUÉ CARAJOS ESTUVIERON HACIENDO!

Por: Alberto Bejarano Ávila

De latosa juzgará el lector mi recurrente alusión al vocablo “referentes del desarrollo” y, lo ruego, déjenme explicar: opinar sobre el subdesarrollo resulta fácil, pues desde años ha lo hemos visto y sufrido, pero argüir sobre el desarrollo es difícil, subjetivo y especulativo ya que nunca lo hemos visto ni gozado y apenas lo percibimos vagamente en cine y televisión. Si el subdesarrollo es una mala experiencia vivencial y ocasión de lamentos y verborreas y el desarrollo utopías de futuro digno y, si estos dos conceptos entrañan la disyuntiva vital entre lo que nuestros hijos no merecen y sí merecen, entonces tendría que ser el desarrollo (nunca el subdesarrollo) la cuestión cardinal que cope la atención de toda la sociedad. Eso cree uno desde su infinito candor.

Hablar “chicuca” sin producir resultados es propio de regiones que van a la deriva; allí sátira, artimaña y demagogia son pan diario pues, lo reconozco, la infamia y la farsa emanan cierto efluvio circense, incitante y morboso. Al tolimense confundido por la falta de rumbo lo invito a que “pintemos” el desarrollo, a que hagamos un “menú” de puntos guía (referentes del desarrollo) que de modo sustentable y medible revelen qué es progreso social, o lo mismo, cuáles son los dones que todo tolimense debe poseer y gozar y, por efecto, permita juzgar el rol histórico cumplido por los líderes políticos y así saber “qué carajos estuvieron haciendo ellos en los últimos 30 años” y si eso mismo harán en las próximas 2 décadas. Aporto puntos al “menú”, así sean “ladrilludos”:


AGUSTIN ANGARITA LEZAMA *
La libertad es justificación de la vida. Sin libertad la vida carente de sentido. Por eso la libertad es un bien sublime consustancial con la vida. Los derechos humanos están vertebrados sobre este principio: respeto sagrado a la vida y defensa acérrima de la libertad. De allí se construyen los demás derechos. Todo derecho, para que no sea abuso, implica fuerte compromiso de responsabilidad. Para que el portador de un derecho lo pueda defender como legítimo, debe aceptar que ese derecho va hasta donde empiezan los derechos de los demás. Es decir, tengo un derecho porque los demás tienen el deber de respetarlo. Y los demás tienen derechos porque asumo el deber y la responsabilidad de respetarlos.
Todo ciudadano en Colombia tiene la libertad de expresar y difundir sus opiniones y pensamientos sin ninguna censura. Es libre de tener sus propias convicciones y creencias sin ser molestado por ellas. Son derechos protegidos por el Estado y todo ciudadano está obligado a respetarlos. Tal y como se dijo, toda persona que ejerza estos derechos con legitimidad, debe entender que tiene la obligación de respetar la intimidad personal y familiar, y el buen nombre de las personas sobre las que ejerce su opinión libre o su libertad de comentar.


Por: AGUSTIN RICARDO ANGARITA LEZAMA
Uno de los temas más sonados, invocados y poco entendidos es el de la cultura ciudadana. Acotemos que toda cultura es aprendida. Un individuo no nace ciudadano, se convierte en ciudadano cuando interioriza que para vivir en una ciudad en comunidad, para gozar unos derechos debe cumplir unos deberes. Un comportamiento así debe aprenderse en todos los espacios vitales: en el hogar, en la calle, en la escuela, en el trabajo, etc. Un individuo en su accionar se hace ciudadano y de esa forma obtiene el reconocimiento como tal y es tratado como ciudadano.
La cultura ciudadana es un asunto esencialmente pedagógico, un tema de pedagogía social y convivencia. Mediante la cultura ciudadana se pretende mejorar tanto la gestión pública como privada, así mismo mejorar la participación ciudadana y la cultura democrática, a la vez de comprender la importancia de la responsabilidad compartida y la movilización social por el bien común.
Por: Alberto Bejarano Ávila

Enmendar un desatino necio con un desatino aún más necio es decadencia pura matizada de anacronismos y fino populismo. Desacierto vs. oportunismo, así pudiera anunciarse el pugilato que se efectuará en nuestro alicaído circo entre el silencioso fotomultador y el ansioso revocador, ¿Qué tal? No me inclino por ninguno, así motivos de fuerza mayor me obliguen a presenciar tan peripatética lucha, pues la experiencia bien ha enseñado que en pleitos del politiqueo provinciano la única e inequívoca perdedora es la ciudadanía. Escepticismo, claro que sí, pero no desánimo que apacigüe la lucha para conquistar tiempos de lucidez, decencia y certidumbre.

Un sesudo escrutinio retrospectivo (algo así como un replay histórico de Ibagué) mostraría tendencia negativa en cada variable de lo público, anomalía que tal vez importe un bledo a quien sólo va por lo suyo sin miramientos éticos, comunitarios e históricos, pero que sí preocupa al resto de mortales que estamos obligados a explorar el pasado para aguzar la visión de futuro, pensar estrategias y buscar acuerdos sociales para corregir la pobreza mental, la torpe cultura política y el  razonamiento socarrón y falaz que agobia a la municipalidad y le impide aproximarse a tiempos de modernidad, de buen vivir y, sobre todo, de certeza de oportunidad para la juventud.

A Usted, que desprevenida y gentilmente lee estas líneas, con sincero respeto lo invito, a recordar si, digamos, en los últimos 10 años, ha comprobado progreso o retroceso en cada una de estas áreas: salud, seguridad, vías urbanas y rurales, empleo/subempleo, acueductos, movilidad, contratación pública, rectitud en el actuar político, educación, convivencia, cultura, marginalidad, crecimiento económico, parques y zonas verdes, recreación, estímulo al deporte. Nuestro respeto a quien ve progreso y, a quien reconoce y sufre el progresivo atraso, un cordial llamado para que admitamos nuevos referentes del desarrollo que depuren los juicios de valor y así obligar seriedad y sensatez en el ejercicio público, pues más de lo mismo sólo produce hinchazón de lo mismo.

Sin acusaciones maniqueas, con argumentación sustentable y sin negar la impudicia como excepción, afirmo que la calidad humana y el talento ibaguereño son ciertos, que sus intelectuales, educadores, comunicadores, dirigentes gremiales y cívicos, artistas, innovadores, investigadores, deportistas, individuamente revelan condiciones de excepción, pero que (ofrezco disculpas si hiero susceptibilidades) es exiguo su interés real por el futuro (exceso cortoplacista) y poca su destreza y voluntad de trabajo en equipo, debilidades que no permiten producir un giro de 1800 en el acaecer local y sí trivializan y adormecen los anhelos de cambio. Si nuestra riqueza humana se nutriera de ideas de región, de referentes calificados y modernos del desarrollo y de inalterable voluntad de unidad, el progreso social y económico de los ibaguereños se haría inatajable.


Al finalizar estas líneas deseo invitar al ansioso revocador (a quien la ocasión se la pintaron calva) y a quienes por irreflexivo e insano hábito ejercen el politiqueo, a que demuestren voluntad real para diferenciar política de politiquería, abrir espacios de diálogo, impulsar el desarrollo local, guiar su proceder por ideas progresistas y desistir del obsesivo apego al personalismo que “nos tiene en la olla” y en inaceptable proceso de decadencia. Señores políticos, a ustedes, parte vital de la organización social, debo decirles que no es revocando un alcalde de viejo cuño para elegir un alcalde ídem como puede animarse la convergencia de voluntades hacia una nueva era y que Ibagué exige saber de nuevos referentes del desarrollo para aclarar su visión del futuro y así forjar otra cultura política que aleje tanta torpeza e indolencia y permita vía libre a la prosperidad. 
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Son muchos los que piensan que el sector público funciona mal. En algo tienen razón. También son numerosos los que consideran que la eficiencia del sector privado se podría llevar a lo público. Son tecnócratas los que quieren gerentes en los puestos de dirección del estado y que la lógica empresarial lo guíe. En eso se equivocan. Ese no entender dos lógicas distintas y que funcionan diferente los ha llevado a cometer errores que empeoran la ya deteriorada marcha del estado.
La lógica de lo privado es producir ganancias, rentabilidad. Al trasplantarla a lo público se habla entonces, de manera eufemista, de ganancias sociales. A los ministerios, al igual que a las secretarías de gobernaciones y alcaldías, copiando a las empresas, se les pidió que construyeran misiones y visiones particulares. Así se fracturó el estado. Cada instancia gubernamental asumió que lo único importante era lo misional. Lo que se saliera de lo misional era espurio. La parte impidió ver el todo. A la creatividad y a la iniciativa se les cortaron las alas y lo rutinario gobernó. Los programas se volvieron rígidos, descontextualizados, poco flexibles. Desaparecieron las dinámicas propias y solo quedaron las inerciales.
Como si lo anterior fuera poco, por ser las misiones distintas, se actúa por separado, como islas o compartimientos estancos, como ruedas no articuladas, que si bien muestran resultados, no inciden de manera significativa en todo el proceso del estado. Revisando con detalle los informes de gestión, encontrará una larga lista de acciones aisladas que no transforman la realidad pero que si permiten ejecutar de manera diligente el presupuesto.
Por: Alberto Bejarano Ávila

Hasta el más buenazo e inmutable tuvo que asombrarse y maliciar al saber de la insólita, ilógica y majadera idea de las fotomultas en nuestra querida pero atrasada y abusada urbe. Es de sentido común saber que esta tecnología resulta impropia e innecesaria en una ciudad con pésima infraestructura y equipamiento vial y por ello ni siquiera amerita ser considerada como prioridad razonable y responsable para Ibagué. Con dos enfoques amplío mi opinión sobre este tema:

Enfoque 1. Hacia una grave parálisis. Todos somos testigos y afectados por la progresiva ralentización de la movilidad en Ibagué y una elemental sumatoria de factores irrebatibles permite juzgar que en pocos meses la movilidad será funesta si el Concejo y el Alcalde no aceptan ya que el asunto es sistémico y no una casual y desarticulada concurrencia de circunstancias que se usan para favorecer el interés ajeno y opuesto a la visión estratégica correcta de desarrollo municipal.
Por: Luis Eduardo Chamorro Rodríguez

La Universidad del Tolima sigue avanzando en la oferta de posgrados del nivel de maestrías y doctorados. El Ministerio de Educación, según lo reporta el rector de esta universidad oficial, José Herman Muñoz Ñungo, el pasado 22  de julio, por medio de la resolución No. 11656 ha otorgado el registro calificado por siete años  para la oferta de la Maestría en Administración, con la cual se completan 10 maestrías y cuatro doctorados en esta universidad.
Carlos Orlando Pardo
No es fácil registrar la partida de amigos entrañables con quienes compartimos la vida y los sueños de una manera intensa y definida. Da uno vueltas alrededor del escritorio antes de sentarse mientras las lágrimas caen y nos asaltan las imágenes de la existencia acompañada.  Para muchos el registro dirá que fue Contralor del Tolima en dos ocasiones, diputado a la Asamblea, gerente de la Beneficencia del Tolima, Secretario de Despacho de la Gobernación y un batallador de la política por los tiempos en que la corrupción no había llegado a sus entrañas. Para nosotros no basta el abogado ni el consejero eficaz y sereno o el certero columnista de varios medios a lo largo de décadas, e inclusive el entusiasta miembro fundador de la Academia de Historia del Tolima puesto que sobrepasaba todo este talante. Para nosotros encarnaba a un luminoso ángel de la guarda desde cualquiera de sus trincheras para la cultura. Fue un guardaespaldas y estimulador continuo de Pijao Editores sin que faltara su respaldo a la locura o su alegría cómplice para la tarea.

Ibagué, julio 20 de 2014

Señores
DIRECTIVOS
POLO DEMOCRÁTICO ALTERNATIVO PDA
Carrera 17A No. 37-27
Bogotá, Colombia.

Respetados dirigentes

La decepción del legado frentenacionalista que inundó a Colombia de politiquería, corrupción y torpeza, el temor a caer en levedad política y verme cual sofista trivial arguyendo lugares comunes sobre el cambio en todo evento electoral y la creencia de que sumándome a un colectivo pluralista y coherente ayudaría a construir una nueva sociedad, fueron razones que indujeron mi ingreso al PDA, razones fallidas, pues hoy, transcurrida más de una década de afiliado, a nada relevante he podido ayudar, el país es más desigual, excluyente y caótico, la venalidad crece y el desempeño del Polo, a mi juicio, se revela fragmentador, voluble, débil y carente de sintonía con el alma nacional, como se evidenció el pasado 25 de mayo al alcanzar tan solo el 5.9% del potencial electoral.

Es sabido que los beneficios de la modernidad y la prosperidad le son negados a la gran mayoría de colombianos y sabido también que el paradigma capitalista, en ilógica contradicción, ahonda su raíz en la conciencia popular, paradoja absurda que, debería saberse, resulta posible no tanto por el efecto alienante de las matrices de pensamiento neoliberal como por extravío y vacilación de las fuerzas políticas alternativas que jamás forjaron ni concienciaron referentes sustentables de otros modelos posibles de sociedad, de visión estratégica, de unidad y de cultura política discordante con el electoralismo per se, la ortodoxia anacrónica, el dogmatismo y la intolerancia.
Por: Hugo Neira Sánchez
   Hace 30 años el presidente Betancourt (1984) para parar un paro grave en Antioquia, de usuarios del servicio eléctrico, uso una medida reciente aprobada por el Congreso de la Republica por iniciativa de un congresista valluno, y que se estaba implementando en Cali, la famosa  estratificación que conocemos. El problema no era implantarla sino como hacerlo, para cumplir los fines de los que decían que era para distribuir equitativamente los ingresos.
      Como siempre ha pasado en el país, se determinan mediadas dictadas por burócratas “sabios”, y medidas decretadas por inoficiosos Congresistas, nunca preguntan a sus partidarios su aceptación ni mucho menos ven sus consecuencias, además nunca lo ensañan con un “modelo piloto” sino lanzan al país a un destino incierto, actualmente lo vimos en el caso de los pases.

AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
En el mundo actual, corren tiempos despiadados con sensaciones de hostilidad por todos lados, con rivalidades marcadas y competencia sin tregua, con desconfianzas por doquier motivadas por la sensación de que todos juegan con cartas marcadas y con múltiples trampas al asecho, con gentes que viven aceleradas y con prisa. Un mundo donde cada persona siente que está obligado a cuidarse a sí mismo y donde sólo sonríen y dicen si los funcionarios de las oficinas comerciales de los bancos, es un mundo donde crece la desesperanza y crece la necesidad de seguridad.
En casi todos los programas de gobierno de los mandatarios mundiales el tema de seguridad es central. En la ciudad ocurre algo similar. Las quejas de la ciudadanía pasan por exigir mayor protección de la policía, de la ley y la instauración permanente del orden. Esta petición de seguridad se extiende a querer mayores oportunidades reflejadas en más empleo, salud, recreación, educación, vivienda y reducción de pobreza, entre otros.


Por: Carlos Orlando Pardo
Terminé con agrado la lectura del nuevo libro de Ruth Aguilar Quijano que acaba de salir. En una hermosa edición de 155 páginas, es envidiable la atmósfera que sabe imprimir a sus historias y de qué manera va más allá de lo externo para incursionar en lo que no todo el mundo se fija respecto a un personaje, pero que conforma por su talento la gracia de sus acciones, las que al final nos dejan que se asome la nostalgia por un mundo perdido. Uno se despierta a la reflexión sobre lo aparentemente fatuo de la vida que se convierte en fundamental. Sumados los relatos vienen a conformar la historia de unas vidas entre el pueblo y la ciudad en el inefable proceso de las ilusiones y el envejecimiento, la soledad y las ausencias, el anhelo de armar el paraiso del descanso y finalmente el tedio frente a la rutina. Son testigos excepcionales de las habitantes de casas centenarias que ordenan su vida en la vejez bajo el oficio de tejer incansables, los muchachos que de pronto envejecen haciendo encargos y se defienden con un mundo imaginario, el símbolo de la ringlera donde se guardan todas las llaves de la casa para encarnar un ábrete sésamo, las casonas abandonadas, las visitas inoportunas de extraños personajes, la prostituta ya ida de la cama que mayor se dedica a los oficios domésticos como empleada y a defenderse con la locura, los asesinos incubados desde su infancia, los secretos que rebotan de una casa a otra en las vecindades pueblerinas, e inclusive las blasfemas de oficio que muestran otra cara en la vida social.  Suceden historias que parecerían arrancadas de la imaginación como La tumba vacía y esa desgarradora intimidad que descubre en el relato La muerte, donde sin advertirlo queda el patio de la casa antes lleno de amigos apenas habitado por el vacío y los recuerdos. Al fin y al cabo es el retrato del despojo que va rindiendo el tiempo con los seres y las cosas que amamos, incluidos los perros de la casa que son parte cálida y luminosa de la vida en familia. Pero el libro no se queda en la provincia que apenas se ama profundamente desde las evocaciones, sino va a las costumbres de la gran ciudad donde sus protagonistas han tejido la vida y sus ensueños. Desde la enorme biblioteca que se va tomando la casa y la nueva que por otros requerimientos van haciendo los hijos, desde el lenguaje angustioso de los sordos que se tratan o la gente inmutable encerrada en la burbuja de su soledad, el volumen avanza en un retrato íntimo y poético que implica sorpresas, evocaciones e inclusive una radiografía del aislamiento construido en los conjuntos residenciales donde todos se conocen en apariencia pero son extraños. Lo del diario vivir entre rememoraciones decembrinas, la visita de personajes despoblados en apariencia por dentro, la farsa social, las cercanías y las diferencias entre una familia grande,  van completando un gran fresco renacentista que nos deja el sabor de la melancolía, sin que estén ausentes el humor y la gracia de ciertas conductas que solo aprendemos con el ejercicio de vivir. Hermoso libro este de Ruth Aguilar, una veterana y prestigiosa psicóloga cuyo oficio en diagnósticos de este tipo le han sido demasiado útiles en su oficio como escritora. Había leído en el 2014 su primer volumen editado por Códice bajo el nombre de Todo lo mío, un bien logrado texto autobiográfico de 300 páginas que pareciera la sala de ensayos para llegar a la literatura propiamente. Pero algo mágico sin contar, es cómo además de su experiencia en clínicas o en la cátedra especializada en universidades, ha vivido con pasión de cerca el mundo de su esposo, nadie menos que el maravilloso escritor Eduardo Santa. 
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
El modelo económico del país genera creciente desigualdad social con aumento acelerado de la brecha entre el sector acomodado en el que muy pocas manos acaparan la mayor parte de los ingresos, beneficios y les alcanza para acumular, y el de los desposeídos, en el que muchísimas manos apenas reciben para sobrevivir. Cuando esta desigualdad se mantiene en el tiempo produce consecuencias graves.
El sector pudiente de la sociedad, por su riqueza,  influencias y poder, obtiene privilegios y ventajas que se reflejan en pérdida progresiva de derechos de las personas que hacen parte de los sectores pobres y marginados. Esta tensión social disminuye las personas en el primer sector, reduce a pasos agigantados la clase media y acrecienta sin parar la clase pobre. Algún teórico gritaría que los derechos son inalienables y están en cabeza de cada miembro de la sociedad. Ocurre que los derechos se analizan frente a la vida y no solo ante los tratados académicos.
POCO ÉNFASIS EN EL DESEMPEÑO ACADÉMICO-PEDAGÓGICO,
DE  LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS
Por Luis Eduardo Chamorro Rodríguez
Los directivos de las instituciones educativas oficiales, enfatizan su desempeño profesional en  aspectos administrativos, desplazando a un segundo lugar  lo académico y pedagógico. Siendo que lo deseable y estratégico es que la dirección de los establecimientos estuviera enfocada hacia el logro de aprendizajes significativos en los estudiantes,  a través del desarrollo de procesos académicos, didácticos y curriculares. Es la conclusión que se infiere de los resultados de la autoevaluación institucional que directivos docentes y docentes de 21 instituciones educativas oficiales de Ibagué, realizaron a finales del año 2013, teniendo como referencia las cuatro dimensiones de la gestión escolar: las gestiones directiva, académica, administrativa y de la comunidad.


Por: AGUSTIN RICARDO ANGARITA LEZAMA
Una discusión me dio pie para reflexionar sobre el tema de algunos pasatiempos actuales. Estoy convencido que la vida hay que protegerla sobre cualquier cosa. Para mi nada, por sublime que parezca, justifica atentar contra ella. Defender la vida es un compromiso con lo sagrado y con lo más preciado de la sociedad. Quizás por eso me formé como médico. Es posible que eso mueva mi amor por la educación y el periodismo.
Hay estudios calificados que comprueban que el uso de juguetes bélicos favorece el aprendizaje de conductas violentas en los jóvenes. Igual ocurre con los vídeo juegos, que en su mayoría utilizan la violencia, lo más real posible, como incentivo para atrapar jugadores. Los seres humanos no nacen violentos. La violencia se aprende y este tipo de juegos ayuda a construir conductas y mentalidades violentas.


Manuel Elkin Patarroyo
Por: Carlos Orlando Pardo
Las elecciones primero, el folclor luego y el campeonato mundial de fútbol, al final, todos con diversas emociones, nos permitieron olvidar al resto del pais y no ofrecerles a otros renglones la debida atención, pero el mundo sigue andando. Ahí al frente, nos encontramos con la feliz noticia cuando a tres tolimenses los declaran “Investigadores eméritos 2014” en el “Gran Premio Vida y Obra” otorgado por Colciencias y que destaca la revista Semana que acaba de aparecer. Se trata de Manuel Elkim Patarroyo, el padre de las vacunas y ganador en la categoría Ciencias básicas; de, el estudioso de la violencia, ganador en la categoría Ciencias Sociales y Humanas, pero entre los llamados 20 héroes para señalar a los científicos eméritos que han dedicado una vida a la investigación en Colombia, figura como finalista    en   categoría   Ciencias   básicas, el químico  Augusto Rivera
Augusto Rivera
el tolimense de las moléculas raras. Nosotros somos por fortuna más que política, fiestas y fútbol y ahora cuando han pasado estas maravillosas disculpas para creer en la felicidad y en un pais mejor, aterrizamos de nuevo en la realidad y la encontramos igualmente habitada de satisfacciones. Por encima de las controversias a que es sometido el atacuno Patarroyo, “nadie ha podido desconocerle el haber descubierto y patentado la primera vacuna contra la malaria, un logro que enmarcó en la historia”. No ha sido vana su terca persistencia como egresado en Medicina de la Universidad Nacional, especializado en Virología en la Universidad de Rockefeller, estudios en Yale, Estados Unidos y en el instituto Karolinskia de Estocolmo, ni mucho menos las más de cuatro décadas dedicadas a la investigación para alcanzar premios significativos al estilo del Príncipe de Asturias en 1994, cuatro veces el Premio Nacional de Ciencias Alejandro Ángel Escobar o el ser nominado en 1989 como Premio Nobel de Medicina. 29 doctorados Honoris Causa y el registro de 356 publicaciones científicas, como lo recuerda la revista Semana, ofrecen un retrato general de quien a sus 67 años sigue haciendo ciencia desde su Fundación del Instituto de Inmunología y formando a más de mil investigadores o asesorarlos en futuros doctorados. 
Gonzalo Sánchez
Por otro lado, el libanense Gonzalo Sánchez, autor del primer estudio sobre los bolcheviques en su ciudad natal, creador en 1986 del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional, ha continuado, a pesar de las amenazas, al frente de Estudios de la Violencia, proyectando trabajos sobre la memoria histórica que ahora dirige desde el 2007, desde donde ha producido 21 informes en los cuales se rconstruyen las masacres más emblemáticas de los paramilitares y las Farc, poniéndolos al conocimiento de los colombianos junto al dolor de las víctimas del conflicto armado. Estos personajes como Manuel Elkim Patarroyo y Gonzalo Sánchez, mis dilectos amigos de ya no pocos años, cuyos perfiles figuran en mi libro de 1995 Protagonistas del Tolima Siglo XX, con razón a su trabajo y no a nada diferente, siguen a la cabeza de los investigadores de la nación y ofreciéndonos orgullo a sus paisanos de la tierra Pijao. Me pareció curioso, al final del informe, la figuración como finalista del llamado Tolimense de las moléculas raras, uno de los químicos más laureados del pais, egresado de la Universidad Nacional donde es docente, profesor asociado y director del departamento y vicedecano de investigación. Novedades mundiales han salido de sus desvelos y experiencias y en los 138 artículos que ha publicado en revistas indexadas, trata sobre los animales heterocíclicos, “unas extrañas moléculas orgánicas que contienen nitrógeno y que podrían tener múltiples usos en la industria farmacéutica”. Total, vale la pena difundir estos trabajos en la región, que las universidades los inviten a conversar con profesores y estudiantes, al tiempo que reconocer que tenemos otros héroes. 
LAS TALES CRISIS NO EXISTEN!
Por: Alberto Bejarano Ávila

Como buen provinciano creía yo, hasta hace poco, que el Tolima sufría graves crisis en salud, empleo, vivienda, educación, justicia, medio ambiente, seguridad, desplazamiento, vías,  trabajo infantil, exclusión, Hoy, luego de oír y cavilar, juzgo que “las tales crisis no existen”, pues crisis en significado cabal es “situación dificultosa y complicada” pero casual y temporal, mientras que los infortunios que sufre más del 80% de moradores de nuestra región (y del país más feliz del orbe) datan de 60, 70 o más años, largo lapso en el que hemos visto o sufrido el aumento sin pausa de cada problema y, por ende, no puede ser crisis lo que es decadencia, extravío o ineptitud política, males endémicos cuyos análisis requieren de memoria histórica, inventiva y perspicacia y no el trillado lugar común, pues, como falló Einstein, “no es posible resolver los problemas del presente con la misma mentalidad con que fueron creados”.

Al hilar fino en ésta tesis histórico-política emerge el error común de creer que votar y elegir es suscitar el cambio. Si así fuera, en cada trienio o cuatrienio de las anteriores 6 o 7 décadas el progreso social habría recibido recios impulsos y hoy sería inatajable. Otra cosa enseña la realidad llena de miserias crecientes: lo electoral es ritual cíclico para ungir en frágil democracia relevos o continuidades de una clase política funcional y no seminal, es decir, de personas (de buena fe muchas) que sólo se ocupan de lo secundario, normativo o efectista, más no de idear inéditas y sesudas estrategias de desarrollo y ejercer lideratos para construir la nueva historia del pueblo tolimense. Para no fungir de moralista tontorrón, omito aludir al político no ético, asunto preocupante que atañe a investigadores, denunciantes y autoridades.

¿Qué hacer para que votar y elegir sean actos de cambio? La respuesta parece sencilla: ¡forjar otra mentalidad! Ya en el siglo XIX el milanés Carlo Cattaneo decía que "los pueblos que se hacen pequeños en sus pensamientos se hacen débiles en sus obras", sentencia que podría avivar la decisión colectiva de exorcizar dogmas anacrónicos, refundar la razón histórica de la democracia, objetar el centralismo y avivar la voluntad y el espíritu renovador de militantes políticos, organizaciones sociales, líderes económicos, grupos de interés y actores culturales. Todos (incluso el mimado por el statu quo) debemos admitir que es nocivo perpetuar círculos viciosos, errado oír llamados electorales sin proyecto político claro ni lógica regionalista y atinado ignorar a quien pregona cambio mientras ejecuta acciones para que nada cambie.

Porfío en que sólo un boom regionalizador parirá la Colombia nueva y que el Tolima será ejemplo de región pujante si sus dirigentes sociales, políticos y económicos se niegan a prohijar cortoplacismos, pequeñeces y fábulas, si sus debates y acuerdos se inspiran en ideas regionalistas y autonómicas y si optan por una visión de sociedad compleja, cohesionada por su identidad y motivada por retos históricos signados en un modelo de desarrollo que declara sagrados sus recursos naturales, su medio ambiente y su justo derecho a esa prosperidad incluyente que sólo han logrado aquellas comunidades que sabiamente decidieron validar su democracia política con hechos innegables de democracia económica.

El talento es riqueza y no debe emigrar; el futuro se construye aquí, no en lejanía; el hacedor de atraso debe mutar a creador de progreso; la dialéctica de derecha e izquierda debe revelar nuevos paradigmas; la cultura política se debe airear con tesis de desarrollo endógeno y, so riesgo de jamás, es tiempo de inaugurar otra mentalidad y talante. Sólo signos y hechos históricos renovadores enmendarán lo denunciado por “Emiro Kastos”, allá en 1879, (cita de Hernán Clavijo): “en Ibagué se vive despacio, sin preocupación, casi sin interés”.
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Los políticos tienen fama de ser tercos y cabezas duras. Se enamoran de sus ideas y con ellas se la juegan hasta el final. Lo peor es cuando con esas ideas se obtienen triunfos. De ahí en adelante, consideran haber encontrado la fórmula mágica para salir avante. Si se les objeta algo, ripostan diciendo que llevan años haciendo política, siempre la han hecho así y que eso les ha dado sendas victorias. Cuando aparecen los fracasos, estos los toman de sorpresa. No comprenden que cada proceso es distinto, que ninguna receta sirve para siempre,  que existencia exitosa es la que se ajusta día tras día a los cambios continuos y permanentes que da la vida.
Las campañas del Presidente Santos enseñan cosas que valen la pena aprender. Cuando se enfrentó con Mockus las encuestas y la percepción ciudadana mostraban al candidato verde creciendo y una candidatura oficial estancada y en barrena. Santos tomó una decisión que para muchos políticos es difícil. Casi hizo borrón y cuenta nueva. Cambió su dirección política, aceptó que su slogan de campaña no pegaba, que la imagen publicitaria era rígida y poco convocante y cambió el rumbo. Al final ganó de forma aplastante.
Al finalizar la primera vuelta de esta reciente campaña, Santos iba perdiendo. Reconoció errores y llamó al orden a sus subalternos. Algunos, muy cercanos  él, salieron de la campaña. Comprendió que la estrategia publicitaria era débil, que los mensajes no calaban, que faltaba sensibilidad y emoción a la campaña, que no había contundencia en el llamado a la paz, que debía mostrarse con más carácter y exigir resultados y trabajo.
El candidato Zuluaga había ganado con una fórmula simple. No confrontaba. Para eso estaba su jefe Uribe. Aparecía como un hombre amable, conocedor, con propuestas claras y concretas, un candidato sereno e imperturbable. Al salir ganadora la estrategia debía mantenerse y reforzarse. No sopesó la posibilidad de un verdadero cambio en la otra campaña. Los asesores de Santos lo mostraron agresivo en los debates, punzante pero tranquilo, con cifras en la cabeza y mostrando resultados evidentes y propuestas aterrizadas y concretas. Zuluaga fue sorprendido, se salió de su formato y mostró una cara intolerante, pendenciera y retaliadora. Su estrategia publicitaria, como era la ganadora, se mantuvo igual. Su mensaje, también ganador, no se modificó y al contrario, se intensificó. Los resultados los conocemos. Ganó Santos que fue capaz de reinventarse.
Cuando se habla del cambio todos creemos entenderlo. Pensamos que el cambio es obvio y que es claro para todos. Sin embargo, una cosa es entenderlo y otra asumirlo. Es decir, vivir entendiendo que la incertidumbre es inherente a la vida, que toda certeza es temporal, precaria e inestable y que necesitamos estar revisando de manera permanente los puntos de vista que nos formamos a diario. Nuestra cultura es la de la estabilidad, la de la costumbre y del no cambio. Asimilamos la seguridad a la quietud, a la permanencia, a las modificaciones tan leves y graduales que los cambios no se sientan. De verdad, nos da miedo el cambio, aunque nos llenemos la boca invocándolo.